CAPÍTULO 2

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Zane

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Zane.

—Pero, ¿qué tenemos aquí? —dije y dibujé una sonrisa.

Sabía que se trataba de ellas, siempre eran las mismas tres chicas que molestaban a Unique; aunque molestar era una palabra que le quedaba chica, no se trataban de burlas o simple cuchicheos, eran agresiones físicas.

Esa loca que tenía por amiga siempre podía lidiar con tonterías, era feliz en su mundo de fantasía y no comprendía el por qué molestarla con algo que amaba y que no dañaba a nadie; pero cuando las cosas escalaban todo cambiaba, no podía darle un alto sola y los profesores no hacían más que la vista gorda en el asunto.

Creíamos que todo pararía cuando me distanciara de ella en la escuela, siendo invisible nadie la molestaría; y había funcionado hasta cierto punto, después de todo muchos se la habían tomado contra ella por mi culpa.

Desde la entrada del baño repasé mi mirada por el lugar, al ver mechones de cabello en el suelo y recordar los fuertes golpes que se escuchaban antes de entrar supe que se habían pasado en violencia. Jamás habían llegado a ese punto, siempre se trataba de tirarle cosas y ensuciar su ropa, pero nada a ese nivel; estaba dudando de si podría solucionar todo como siempre lo hacía. Quizá lo mejor era hablar con alguien, pero la loca se negaba a hacerlo.

Con una sonrisa más falsa que la heterosexualidad de Renly Baratheon, me acerqué a las tres chicas que rodeaban uno de los tantos cubículos que había.

—Mis tres chicas favoritas —agregué.

Dios, mátenme por decir eso. Las detesto.

¿Quién en su sano juicio cree que es una buena idea dañar a la amiga del chico con el que te quieres acostar?

—Voy a creer que lo hacen para llegar a mí —dije.

No, no lo voy a creer, es así. Hacían todo eso por celos y envidia.

Jamás supe cómo es que se habían enterado que éramos tan cercanos con Unique, pero lo habían hecho; eran pocos en la escuela que lo sabían y pocos los que se acordaban también, lastimosamente ellas pertenecían a ese grupo que lejos de parar (como otros) iban en crescendo con su bullying.

—Si quieren una cita conmigo, solo basta con pedirla.

Ya estaba cansado de lo mismo de siempre, sabía que todo estaba en mis manos porque era parte del problema; pero ya se me estaban acabando las ideas para evitar que dejaran de molestar a la loca de mi amiga.

—Es que solo queríamos darle un nuevo look a la loca, Zane —dijo la rubia y acomodó su largo cabello— Estábamos pensando en ti después de todo —agregó.

—Charlotte.

No paraba de jugar con uno de sus rizos, estaba seguro que creía que eso era atractivo para mí; pero estaba lejos de serlo, más bien me desesperaba.

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