Zane.
Largué un suspiro cargado de tristeza mientras bajaba las escaleras, no supe qué hacer en ese momento, todo lo que se me ocurrió fue huir de ahí. No podía ver a Unique en ese estado y tampoco era tan ágil como para sacar una carta de la nada y calmarla; tenía que pensar las cosas con claridad primero, ver cómo arreglar lo ya roto y pensar en cómo tratarla, se notaba que ya estaba cansada de mi actitud tanto que ya parecía no querer soportar mis idioteces.
Hice un revoltijo de mi mente tratando de encontrar la forma para tranquilizarla, sabía que otro pote de helado no bastaría; ayudaría, sí, pero no era suficiente, tenía que hacer algo. Al menos esperaba que también haya ayudado el dejarla sola un tiempo para tranquilizarse, quizá así y se daba cuenta que nada de lo que hacía era con mala intención.
—Zane —Escuché.
Al ingresar a la cocina me topé con los ojos de Ruth, parecía molesta y ya me daba una idea del por qué.
—¡Tía! —Solté como niño bueno.
—Nada de tía —Dijo molesta— ¿Qué son esas cosas de entrar sin saludar y a los gritos?
Me puse nervioso al escucharla, sabía que si no pensaba en algo rápido hablaría con mis padres y si lo hacía, lo más seguro es que terminaran por ponerme doble castigo.
¡Dios, se me iban a quemar las pocas neuronas de tanto pensar!
¿Por qué es que Ruth y Unique me hacían trabajar tanto la cabeza?
Abrí mi boca para aclararle que era una emergencia, que no había tiempo para saludos y era de vida o muerta, Unique me precisaba; aunque parecía que no quería verme, esa loca me necesitaba. Pero al dar un paso y verla con claridad, me callé; noté que Ruth estaba bastante arreglada, por la ropa que llevaba y la pequeña cartera de mano sobre la mesada parecía que iba a salir. No sabía si se trataba de una fiesta o una cita, pero el vestido que llevaba puesto era muy ajustado al cuerpo y bastante sexy; era de color negro y largo hasta los tobillos, con un escote pronunciado y un pequeño tajo a un lado.
—¿Saldrás? —Pregunté.
No dejaba de sorprenderme cada que la veía arreglada, pese a sus cuarenta y tantos años de edad, Ruth aún parecía una mujer joven, más cuando se arreglaba y maquillaba de esa forma; recordé la vez que mamá me contó que la había invitado a modelar juntas cuando eran muy jóvenes, pero que por culpa del padre de Unique, Ruth jamás accedió.
Cada que la veía tan arreglada me avergonzaba de mí mismo y quería que la tierra me tragara en vida, era en momentos así donde mi madre siempre aprovechaba para recordarme las cosas vergonzosas que decía de pequeño, como que estaba enamorado y que me casaría con Ruth de mayor. Y aunque en este momento no estaba mi madre para avergonzarme, ya me había quedado el mal hábito de recordarlo cada que me parecía bonita, ahora yo solito me avergonzaba.
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FANaticus
Teen FictionREESCRITURA DE FANATICUS 2016 Unique tiene casi una obsesión por encontrar al chico perfecto, a ese que lee en los libros. Zane, su mejor amigo, buscará mostrarle que la realidad puede ser mejor. Pero cuando los sentimientos hacia su mejor amiga, cr...