CAPÍTULO 19

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Unique

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Unique.

Había estado con mi vista fija en la pantalla del celular por varios minutos, en ese entonces no estaba segura de si debía enviar o no esos mensajes. Por dentro ansiaba bombardearlo como siempre hacía, pero pude notar que algo había cambiado en él.

Aun así, tomé valor y me animé a presionar el botón de enviar. Lo que inicio con un primer mensaje, le siguió otro y otro, para cuando quise darme cuenta el chat estaba lleno de mensajes. Sin quererlo, me había dejado llevar por la emoción, una vez más.

Cuando no recibí su respuesta en mucho tiempo, creí que todo estaba en mi mente. Él siempre contestaba, pero también eran varias las veces en las que los leía por la barra de notificaciones y no respondía hasta después de un tiempo. Eso me hizo creer que está viendo cosas dónde no las hay y me tranquilicé.

O fue así hasta que lo vi parado escribiéndole una nota a su padre. En ese momento volví a sentir esa sensación, había un aura muy distinta a la de antes en él, había cambiado y parecía que no solo conmigo.

—¡Ya dime! —Lo oí gritar.

Pero cuando gritaba lleno de impaciencia, la imagen del viejo Zane volvía y entonces me echaba para atrás.

—No, nada. Mejor vámonos —respondí.

Entonces creía que todo estaba en mi cabeza, aun cuando esa sensación en mi interior persistía. Busqué a toda costa alejarla, ¡y lo había logrado! Hasta ahora que me topé con una imagen suya que jamás creí que vería en mi vida.

Quedé atónita cuando alcé la vista y me encontré al idiota de mi amigo sonriendo como si estuviera viendo la octava maravilla del mundo. Si no fuera Zane, por esa cara que había puesto, en verdad hubiera creído que tenía algún tipo de sentimiento por mí; pero a las malas había aprendido que no era posible. Aun así, entre más lo veía, más intranquila me sentía.

—¿Zane? —Lo llamé.

No tenía idea de qué cruzaba por su mente, pero se veía igual de confundido que yo.

—¿Si?

—Tú...

Ansiaba poder preguntarle, pero intuía que no era buena idea.

—Veamos una película —interrumpió—, te dejaré elegirla.

Y agradecí que lo hubiera hecho.

Zane podía ser muchas cosas, pero no era del tipo que si tuviera sentimientos por alguien andaría coqueteando con otras chicas. Y no me había pasado desapercibida la manera en la que miraba y coqueteaba con cada chica que cruzaba hacía minutos antes de su tétrica sonrisa.

—Bien —respondí con una sonrisa.

Quería concentrarme y ver la película, pero su sonrisa aún permanecía y eso me lo hacía imposible. Se veía feliz y parecía disfrutar de la pésima película que había elegido.

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