CAPÍTULO 10

304 30 177
                                    

Unique

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Unique.

—Quédate aquí —me dijo el pelinegro-, enseguida vendrá la enfermera.

No lo hará...

Cuando el compañero de Luxius vio que estaba bastante agitada y conmocionada por todo lo que había pasado, no dudó en acompañarme hasta la enfermería. Había sido bastante cuidadoso, siempre procuraba caminar despacio y sacarme charla para que el nudo en mi pecho y garganta no me oprimieran hasta sofocarme; y había funcionado, pero ahora le tocaba marcharse.

Pero esta vez no quería quedarme sola, al igual que el baño donde siempre me encontraba Zane, la enfermería por mucho tiempo había sido mi lugar seguro; era donde siempre llegaba cuando quería escapar de Zane. La enfermera nunca estaba y, al igual que a mí, los alumnos lo ignoraban, era la única que tomaba en cuenta ese sitio que para mí era perfecto; allí podía desahogarme, detenerme a pensar y superar los malos ratos. Pero hoy, con la opresión que sentía en mi pecho, no quería quedarme sola porque bien sabía que ya no habría un amigo quien luego me abrazara.

Aun así, con dolor, asentí y solté un casi inaudible como respuesta.

Tras un Mejórate, vendré luego suyo, abandonó el lugar y me quedé sola en lo que antes creía que era una habitación acogedora.

Por más que ansiaba detenerlo, no podía; ya había hecho demasiado para ser una desconocida. También estaba segura que debía dirigirse con Luxius y sabía a la perfección que en este momento él se encontraba junto a Charlotte en la oficina del director.

Me senté sobre una de las camas más cercanas y alcé mis rodillas para hundir mi rostro entre ellas, quería escapar de la triste realidad que estaba viviendo, pero por más que siempre lo quisiera jamás sucedía. Dejé poco a poco que las lágrimas cayeran y ese nudo que sentía en mi garganta se fue desasiendo con cada lágrima; por fin podía llorar, con Charlotte presente era imposible poder hacerlo porque constantemente tenía el sentimiento de que no eran mis lágrimas las que debían salir.

Tomé mi teléfono, quizá si hablaba con él y sabía la historia completa...

Al desbloquear el teléfono mis ojos se chocaron con la sonrisa de Zane, había olvidado que meses atrás había puesto nuestra foto de protector de pantalla; era una de esas que puedes sacarte en cabinas y descargarlas en tu celular también. Recordaba ese día, ambos nos habíamos metido en la cabina y nos habíamos sacado varias fotos, pero la que más me había gustado era en la que ambos sonreíamos mientras hacíamos el símbolo de paz; los dos teníamos en luces neón dibujadas un par de orejas de animales: Zane lucía las de un perro en color rojo, con bigotes y una enorme lengua, mientras que yo lucia las de un conejo en color rosa, también con bigotes, pero con unos enormes dientes. Ese día había sido el último recuerdo feliz que había tenido en familia, mi papá fue quien propuso viajar a conocer la playa junto a los padres de Zane, pero luego de ese viaje tan hermoso todo se arruinó entre mis padres... y ahora con Zane.

FANaticusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora