REESCRITURA DE FANATICUS 2016
Unique tiene casi una obsesión por encontrar al chico perfecto, a ese que lee en los libros.
Zane, su mejor amigo, buscará mostrarle que la realidad puede ser mejor.
Pero cuando los sentimientos hacia su mejor amiga, cr...
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Unique.
Tres semanas habían pasado desde su suspensión, tres tristes y solitarias semanas. Me sentía más sola que nunca en la escuela. Ya no estaba esa persona a la que siempre buscaba con la mirada y le enviaba mensajes sin parar. Era difícil. Aún más cuando estaba sola en mi cuarto, en esos momentos su ausencia dolía. De a ratos todo se iba de mi mente, solo me concentraba en la película de turno y el dolor desaparecía, pero cuando aparecía un evento emocionante en ella y corría a por mi celular, volvía a parecer; ya no podía escribirle.
—Hace rato no he visto a Zane —Escuché de golpe.
Oír su nombre en la escuela llamó mi atención.
Dos chicas que jamás había visto, o por lo menos no recordaba haberlo hecho, iban caminando por el pasillo frente a mí. Llegar a clase a tiempo ya no me resultaba importante, por lo que procuré aminorar el paso para caminar junto a ellas, lo suficiente para poder escuchar su conversación sin ser notada. Aunque con tanta gente circulando por los pasillos, dudaba mucho que lo hicieran.
Era poco probable que supieran algo que yo no, pero quizá se habían enterado de alguna novedad por bocas de David. La última vez que vi a Zane, lucía bastante mal y verlo así me había preocupado; quizá y estaba enfermo, aunque siempre fue del tipo que no se enferma.
—Escuché que lo suspendieron.
Ambas largaron una carcajada que casi me dejaron sorda. No era algo por lo que reírse, no era divertido.
—Chico malo, como me gustan —Soltó una de ellas—.
—Todo un rebelde —Agregó la otra—.
Iu, asco.
Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había escuchado algo así, siempre usaban ese tono y forma de referirse de Zane; y aun así seguía sin poder acostumbrarme. Seguro y jamás podría hacerlo.
Hablaban de él como si fuera un papucho tallado por los mismos dioses y... solo era Zane. Era el mismo niñito que se comía los mocos en la primaria, o que hacía competencia de la flatulencia más apestosa con el resto de compañeritos. Estaba lejos de ser un papucho, ni siquiera tenía un buen cuerpo; es flaco, desnalgado y bastante engreído. Si supieran cada una de las que yo sé, su encanto se rompería al instante. Seguro y solo bastaba con mostrarle una de las tantas fotos que Emily guardaba de cuando era chico.
—¿Qué habrá hecho? —Preguntó con curiosidad la segunda.
—Quién sabe. Seguro y a diferencia de David, lo atraparon.
—¿Atraparlo?
—Ya sabes...
A como pude, y con disimulo, incliné mi cuerpo, rápidamente noté el obsceno gesto con el que le respondía la primera chica a su amiga.
No supe si reír o enojarme, estaba insinuando que Zane también tenía sexo en las aulas y lo habían atrapado, algo que estaba bastante lejos de ser real.