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Andrómeda se encontraba sentada en un pequeño y modesto café en el sector comercial del Lincoln retail refreshments. Junto a ella se hallaba el anciano señor Brooks quién, con una taza de verdadero té humeante entre sus manos, miraba al horizonte con ojos vacíos.

Aunque en un principio no sabía que esperar de ese inusitado encuentro, nunca había imaginado que terminaría de esa manera; al lado de un desconocido cuya presencia reforzaba en ella un pensamiento embarazoso. ¿Cómo había sido tan ingenua para creer que en realidad iba al encuentro de su abuelo?

—Aquí está su café, señorita Brooks—Dijo el detective acercándole una taza con cápsulas cristalinas de cafeína.

—Ha tardado un poco porque han tenido que revisar en la alacena si disponían de... Ya sabe, algo más "moderno". Andrómeda dio el primer sorbo a las cápsulas de un sabor rancio. No era precisamente el moka encapsulado que bebía todas las mañanas en el domo, pero no podría esperar más de un comercial que servía comida tradicional, servicio al buen estilo del pasado siglo.

Luego de que la confusión y la desilusión se habían instalado en el desencuentro, el detective tranquilizó los ánimos y los llevó a esa cafetería.

Andrómeda deseaba con ansias regresar al hospital y su laboratorio, pero el detective le instó para que se quedara, pues aseguraba que aclararía los hechos.

—Señor Brooks, señorita Brooks, siento que ustedes no sean familia realmente.

—¿Lo siente? —Reprochó el señor Brooks—Viajé desde Inglaterra con la única esperanza de ver a mi nieta. —Y yo lamento que esa esperanza se desvaneciera—Se disculpó Dewey sin perder la compostura. ―Usted me aseguró que había encontrado a mi nieta. ¡Usted me convenció a venir hasta aquí! —Por favor señor Brooks, yo le dije que había encontrado a una mujer que quizá fuese su nieta. Tampoco estaba seguro, quería que usted lo confirmase.

El anciano Brooks exhaló un exasperado suspiro y luego, quitando la mirada meditativa de su té, vio a Andrómeda.

—Tienes unos bellos ojos—Dijo sonriendo—Pero no son los ojos de Curiosity—Concluyó al borde de las lágrimas. Andrómeda, temiendo que el señor irrumpiera en llanto, intervino.

—Señor Brooks, siento no ser la mujer que esperaba, pero acláreme una cuestión. ¿Usted contrató al detective Dewey para que investigara a su nieta?

El anciano le vio nuevamente. —No.

Andrómeda dio un respingo. Nada tenía sentido. —Este hombre aquí—Explicó el señor, casi furioso—Está llevando una investigación que se relaciona con mi nieta. Pero yo no le contraté. —Entonces... ¿Quién lo hizo? <<También me gustaría saberlo>>

El detective vio como las pupilas de ambos le amenazaban, sedientas de respuestas. Fue entonces que consideró escupir la verdad. —Les aclararé la situación. <<Hasta donde puedo>> Sacó de su bolsillo su tableta de cristal y la colocó en medio de la mesa. Entonces desplegó su mano sobre la superficie transparente y una recreación holográfica comenzó a correr como un vídeo delante de ellos.

Se trataba de una escena de buses aéreos navegando en una transitada zona urbana. La imagen siguió a unos de ellos, que comenzó a bambolearse de improviso recorriendo la calle a una velocidad mayor a los otros. En ese momento, este dobló en la esquina violentamente donde, inevitablemente, se estrelló estrepitosamente contra otro bus que transbordaba pasajeros. La recreación terminó con las partes de los buses desparramándose por los aires y humanos que volaron impulsados por el choque.

—Esta es la recreación oficial de un accidente transcurrido entre la 58 calle y la avenida Chester, cerca del parque Francis Mayers en Filadelfia, Pennsylvania. Hace ya veintisiete años .

AndrómedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora