8-Odio a personas como tú

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—¡BAJAME CULIAO, NO SOY UN SACO DE PAPAS! ¿¡DONDE ME LLEVAS LOCO!?—Demando molesto, golpeando en la gran espalda del hombre para que lo soltara pero con las fuerza que tenía el menor le era imposible lastimarlo, el hombre no le importaba que solo lo ignoraba, eso frustraba a Chile pero le daba miedo en donde iban; entraron en una mansión de colores opacos pero que llamaba la atención de cualquier persona, los sirvientes evitaban no tener ningún contacto con el pero tampoco lo iban a desobedecer. Chile miro que algunas personas le seguían el paso hablando en un idioma que no podía entender pero aun así seguía golpeándolo o aferrándose de las cosas que estuviera en su alcance pero ni con eso pudo detener su paso, se rindió dejándose caer mirando los zapatos negros del coreano avanzar, de reojo miro a una mujer muy pequeña que se veía de unos 29 años, la miro de arriba y abajo, al parecer era la secretaria del hombre, llamo la atención de esta quien volteo a verlo muy sorprendida, Chile fue elevado como si fuera un costal a punto de caer, sintió el golpe en su barriga sacándole aire, frunció el seño dándole un fuerte golpe en su cabeza, todos los militares se detuvieron en seco,  Corea se detuvo y dejo caer al chileno tomándolo del brazo con fuerza que seguramente le iba a salir un moretón al otro día

—¡Auch!, ¡oye me duele!, ¡s-suéltame bastardo!—pataleaba con fuerza tirando de su mano para que el hombre lo soltara, sin embargo su fuerza no se comparaba, entro en desesperación esto en verdad no era broma esto iba mas que en cerio, miro a los demás hombres pidiéndole por ayuda, juraba que era la única alternativa que se le ocurría, aunque les pidiera ayuda simplemente los demás lo ignoraban, estaba entrando en desesperación al ver lo cercas que estaba esa habitación, cerro los ojos preparándose de lo que se iba a venir; se detuvieron en seco percatando al menor, abrió un parpado viendo únicamente la espalda del mayor, confundido mira al otro lado donde miraba el coreano, era esa mujer que evitaba que no diera otro paso

—Lamento desobedecerlo pero si quiere hacer tal cosa a ese niño...¡juro que me las pagaras!—Ni se atrevía en abrir sus ojos del miedo, su cuerpo le temblaba de los nervios junto a la adrenalina que recorrían en su cuerpo, Corea solo se quedo en silencio mirándola, se dibujo una sonrisa de burla

 —He recibido peores amenazas en mi vida, ¿y crees que me asustare con una tuya secretaria?, adelante, hazlo que quieras, pero este niño es mío y hare lo que me plazca, para eso son los mercados negros secretaria—Camino a un lado de ella yendo a su destino; Arrojo a la cama al chileno con fuerza, chile con miedo se hizo bolita cubriendo su cara en la almohada tratando de tranquilizar su corazón que le latía a toda velocidad, escucho lo muy poco que podía y ni de hablar del colchón que se hundía por el peso de la persona acercarse a el con peligro, no deseaba experimentar este acto aunque le dieran un deseo, jamás y nunca lo hará; apenas aprieta la almohada y fue arrebatada de sus manos por el coreano que lo miraba sin ninguna pizca de emoción, solo con esa expresión muerta que reflejaba sus ojos

—¡No me hagas nada! ¡te lo ruego!—Grito asustado cubriendo sus manos en su rostro dejando caer lagrimas, Corea se mantenía callado mirando esa gota de agua que bajaba a su mejilla, con  curiosidad la toco, como si fuera un nuevo descubrimiento 

—¿Qué es lo que haces?—Pregunto sin vacilar, chile escucho la fría voz del mayor preguntarle, arqueo una ceja confundido, ¿porqué le preguntaba eso?

—E-es una lagrima—Agrego, de verdad, ¿Cuál era la necesidad de preguntar esa gran cosa que todo el mundo sabía?

—Que curioso, el cuerpo si que es impresionante, ¿porqué sacas esto?—Pregunto una vez mas mirando esos ojos marrón, chile sintió la penetrante mirada tan sombría era como si nada le temiera ni a la muerte, se volteo aun sacando las pocas lagrimas que le quedaban

—p-porqué...¡estoy asustado!, ¡no quiero estar aquí!, ¡me quiero ir con mi mamá, la quiero ver, quiero ver a mis amigos!, ¡déjame irme y no diré nada!, ¡te lo ruego por favor!—Golpeaba el pecho del mayor, corea solo observaba la desesperación, si lo pensaba bien, ni el tenía idea del porque compro un acompañante en un principio; frunció el seño frustrado tomando de las muñecas delgadas del menor girándolo a la cama, por supuesto asusto el menor forcejeándose

𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚 𝐥𝐨𝐯𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora