Collector

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Gabriel Agreste cayó de rodillas, había sido derrotado, levantó la vista encontrándose a sus enemigos, sintió toda la rabia crecer en su interior, ni siquiera el mismo pudo obtener las joyas que tanto anhela tener en sus manos.

Sin embargo, se contuvo, ocultó todo ese enojo como siempre suele hacer con el resto de sus emociones y se incorporó dejándose ayudar por los jóvenes portadores.

—Mi hijo, Adrien. ¿Dónde está? —Se apresuró a preguntar observando cada rincón de la estancia.

—Señor Agreste, le aseguro que su hijo se encuentra bien —contestó Chat Noir colocando una mano en el hombro del mayor—. Por favor mantenga la calma.

—Ladybug, Chat Noir, gracias por salvarme.

—Es nuestro trabajo, señor —dijo la azabache con amabilidad. Se escuchó el pitido de sus aretes y enseguida del anillo del gato negro—. Debemos irnos, los daños se han reparado y Adrien debe estar buscándolo, sugiero que haga lo mismo.

Gabriel vio partir a los dos héroes mientras rechinaba los dientes, personalmente había combatido con ellos y eso le ayudaría a planear una estrategia que le dé la victoria.

—¡Papá! —gritó Adrien desde el marco de la puerta, corrió hasta alcanzar a su progenitor y abrazarlo efusivamente—. ¡Estás bien! Me preocupé mucho al saber que estabas bajo el control de ese horrible hombre.

Gabriel sorprendidocorrespondió el abrazo, las palabras del menor le hicieron ver que TheCollector no solo lo ayudó a desviar la atención de sus enemigos, también leauxiliaba para mantener la imagen que tenía su hijo de él. ¿Adrien despreciabaa su contraparte? Nunca lo había pensado.

Noviembre VilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora