Chamaleon

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Lila reía enérgicamente al escuchar una broma intelectual de Max, le costaba seguirle la corriente, pero con una sonrisa coqueta y algo de contacto físico lograba que su incomprensión fuera notada por el moreno.

Más tarde aparentando sorpresa agradeció al tímido de Nathaniel por regalarle un dibujo hecho con pasteles, se mordió el labio disgustada cuando parte del material se impregnó en sus dedos.

Al final de la jornada hizo un gran esfuerzo para criticar el perfume que le había comprado Rosita, era un aroma tan dulce que le incomodó al instante en que entró a sus fosas nasales. Sin duda lo tiraría en un callejón al regresar a casa.

Así era el día a día de Lila Rossi, fingiendo sonrisas, haciendo elogios falsos y mostrando benevolencia y vulnerabilidad para ganarse a la gente. Con cada persona usaba una máscara diferente, no, mejor dicho, se adaptaba al entorno para permanecer en el terreno saliendo bien librada. No necesitaba que algún akuma la poseyera para ser un Camaleón.

Noviembre VilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora