Reflekta

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Juleka ingresó al instituto con una gran sonrisa, las palabras que su hermano le dedicó la tarde anterior le habían brindado la motivación y confianza que tanto necesitaba. Ya había dejado que su inseguridad le arrebate tantas oportunidades, era momento de poner fin a eso.

Jugando con sus dedos nerviosa se detuvo y comenzó a mirar a su alrededor buscando a algún conocido en el patio, de repente sintió como alguien chocaba con su espalda.

—Ugh, ¡fíjate por donde vas! —dijo una voz que no tardó en reconocer—. Espera tú... ¿Juleka?

Ahí estaba Chloé Bourgeois mirándola de arriba abajo, sabía que juzgaba su nueva apariencia, tal vez si debió limitarse a cambiar su peinado o a quedarse encerrada todo el día, cualquier cosa era mejor que percibir la mirada venenosa de la "princesa" de París.

—Flequillo recogido, blusa lila con los hombros descubiertos y ¿una falda de tablillas? —empezó a hablar la rubia con una exagerada expresión de desagrado—. Agh y con converse gastados, que ridículo vestuario, ¿no pudiste mantener tu estilo sombrío de siempre? Eres la burla de la moda Couffaine, regrésate a tu barquito de quinta a ver si no rompes espejos con tu rostro.

Soltando una carcajada la ojiazul se dio la vuelta dejando a una Juleka perpleja, con los labios temblando y los ojos húmedos, rápidamente se dio la vuelta dispuesta a huir.

En el último escalón pisó mal y cayó al suelo, sus rodillas se rasparon y aún con la vista nublada por las lágrimas intentaba levantarse hasta que escuchó una voz gélida que la hizo regresar a la realidad.

—Reflekta, estás cansada de que todos se burlen de ti, veamos si les quedan ganas de reír cuando vean que nadie es mejor que tú.

—Si todos somos iguales nadie será pisoteado.

Noviembre VilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora