Capítulo 7

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Aunque Nagisa había aceptado ir a su casa, de alguna forma sentía que la estaba secuestrando. Pero, y lo sostendría en su mente, era debido a las miradas de las personas a su alrededor.

Nagisa caminaba suavemente, como la heredera de una casa té, con pasos finos que no producían ningún ruido, la hacían flotar.

Karma tenía una forma peculiar de caminar, los hombros detrás de su cabeza, su espalda erguida hacía atrás por el peso de la mochila y sus pies moviéndose como los de cualquier chico.

Suponía que, aparte de eso, la veían de más por su cabello.

Podrían pensar en el de Nagisa como teñido, pero el suyo era de un color rojizo natural (y se notaba), con el brillo del sol sobre sus cabezas las hebras se le teñían de naranja. A Karma no le gustaba mucho eso de su cabello, parecía un tomate maduro listo para ser cortado.

Nagisa, al verla de soslayo, pensó que su cabello más bien era parecida a una danza de fuego, con todo lo que aquello representa, el azul del cielo como el núcleo, y el brillo de sus hebras entre rojizas y doradas, le hacían ver como un tesoro. Un ave fénix alzando el vuelo.

Y las señoras cuchicheaban acerca de lo masculina que era Karma, y de la linda chica a su lado.

Nagisa, a su lado, se sentía pequeña.

No como una niña, sino, pequeña, diminuta, Karma llamaba la atención, era guapísima (y tenía una completa copa B), y tenía un porte orgulloso, se daba su lugar. Ella era más bien, servicial, era linda (no tenía dudas del aura tierna que emanaba), pero no era guapa. Era ese tipo de chica que necesita protección, Karma no necesita a alguien que la proteja, pensaba, ella puede hacerlo por sí misma. Ella me protegería.

- ¿En qué piensas? – preguntó Karma, admirando el largo cabello de Nagisa.

Aunque la había conocido cuando Nagisa tenía el mismo largo de cabello que cuando lo conoció a él, parecía que ella no se lo cortaba, ahora llegaba a poco más debajo de su cuello, suponía que a la altura de las clavículas.

Y se veía hermosa.

- En lo cerca que está tu casa de la escuela – respondió tras un breve silencio.

- Bueno, es que en realidad mi madre compró un departamento cuando tuvo la oportunidad – respondió Karma, mirando a otro lado, temiendo que sus miradas se encontrasen. Escondiendo las manos como un niño después de hacer una travesura.

- Bueno, es mejor un departamento, es pequeño y acogedor – Nagisa sostuvo un poco más fuerte su bolso – mi casa está a las afueras de Tokio – dijo tras algunos segundos.

- ¿Por qué? –

- Porque... mis padres querían que tuviera una habitación con dosel

Aunque Karma sabía lo que era un dosel, se mantuvo confundido por varios segundos, ¿Nagisa?, ¿durmiendo en una cama con dosel?

- ¿Duermes como una princesa? – preguntó de bocajarro. Aunque no era su intención, se le había escapado. Nagisa se rió bajo.

- Podría decirse – respondió – hasta mis almohadas tienen holanes, y casi todo es rosado –

- ¿Casi? – aunque quiso preguntarlo en tono neutral, se le escapo el matiz de desagrado, casi paniqueado. ¿Rosado?, es que, lo entendía, la mayoría de sus cosas también eran rosas, pero apenas tuvo cierta consciencia (como un chico) cambió muchas de lo que en un principio compuso su habitación.

¿A Quién Le Importa El Corazón? [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora