Capítulo 11

121 25 2
                                    

N/A: Ahreeeee me tarde más buscando el capítulo donde sale la madre de Nagisa (en japonés para recalcar su voz y eso) que haciendo el capítulo. Es uno de los más difíciles hasta ahora porque no sé como son los diálogos mordaces :c help 


No quería aceptarlo (y una parte suya temía que lo hiciera) pero tal vez, y sólo tal vez se orinó un poco cuando Nagisa le enseñó su pequeño hogar.

Vaya, que sus esfínteres seguían funcionando perfectamente, pero habían caminado por diez o quince minutos en lo que parecía ser un prado grande y vasto, con pasto y hierbas más que con flores o árboles.

A lo lejos divisó una casa pequeña, pero, y aprendió, las apariencias engañaban. Al llegar hasta... allá, se dio cuenta de que la pequeña casa en realidad era una cabaña de tres pisos con una bodega detrás.

- El terreno era de mi abuela – le explicó Nagisa cuando subieron por los pequeños escalones que daban a la entrada.

Bien, era una cabaña, pero una sumamente elegante (ni siquiera sabía sí el término "cabaña" era correcto) (la cubierta de afuera era a base de troncos partidos a la mitad, pero por dentro tenía una decoración más bien urbana y de clase alta).

Tuvo que sacar un momento su cabeza para reiterar aquello, que fuera de la casa fuesen troncos y dentro una cubierta de ¿yeso?, ¿cemento? No lo sabía, pero el interior era blanco, con sillones de color vino y una alfombra roja con hilos dorados, todos viendo a la televisión apagada con soporte que se elevaba a la mitad de la pared. No había chimeneas, y el piso sí era de madera, tallada y pulida, probablemente trabajada para que las polillas no hiciesen de las suyas.

La cocina estaba justo a unos diez o quince pasos de donde se encontraban, y el baño bajo las escaleras que daban para el segundo piso.

Karma se quedó con la boca abierta (si bien la casa de sus padres era mucho más grande, ésta era más bonita y acogedora, daba la sensación de que sí vivían personas allí y no un solo adolescente).

El aroma entre cedro y lavanda fue embriagante, aunque casi era opacado por el estofado de curry que hacía Hiromi.

- Hi... Madre, llegamos – habló Nagisa mientras le pasaba unas mullidas pantuflas rosas a Karma.

Ella ni siquiera se había dado cuenta de cuándo se las había quitado Nagisa,

Pero hizo lo mismo mientras se adentraba a la casa.

Quién lo diría, pensó Karma para sus adentros, tiene mejor gusto que mi verdadera madre.

Se quedó en la entrada de la cocina observando a Nagisa saludar a Hiromi, e ir por los platos y vasos que usarían para comer.

- Buenas tardes, señora... Shiota – susurró avergonzada.

Hiromi se giró a mirarla, y creyó que en realidad no había cambiado nada, el cabello azul era más largo, pero tenía los mismos ojos negros con tormentas dentro, turbios y con poca cordura.

Tenía puesto ese suéter beige con cuello de tortuga, y una falda verde que le llegaba a las rodillas, también llevaba unas pantuflas beige, y su piel era más pálida, se veía demacrada, sumamente delgada.

- Madre ella es Akabane Karma, mi amiga – Nagisa no miraba a ninguno de los dos, sirviendo las guarniciones en los respectivos platos y llevándolos a la mesa.

- Por supuesto que sé quién es Akabane-san, has hablado de ella durante estos últimos meses – su voz tampoco había cambiado, seguía siendo bajo y mordaz, con ese reproche silencioso y aquel tono de orden implícita pegada.

Parecía la voz de una mujer normal, pero era más bien la de una abochornada, cansada y acomplejada.

Nagisa se sonrojo. Karma advirtió que no era el rubor causado por la vergüenza de ser pillada en el peor momento con la peor persona, era más bien de furia contenida.

No es cierto, pensó Nagisa, no te hablo de nada.

Karma sonrió tensamente. No sabía exactamente lo que Nagisa estaba pensando, pero se hacía una idea aproximada al ver a Hiromi observando su espalda con los labios apretados en una línea blanca.

- Me alegro de no ser tan indiferente para Nagisa...san - bromeó Karma, Hiromi se giró a observarla inmediatamente.

- Oh querida, no le eres indiferente en absoluto –

- Me hace feliz saber eso, Nagisa-san tiene una belleza excepcional, debe haber sido por usted –

- Me halagas, pero si fuera así también me hubiese gustado que heredase un poco de mis ambiciones

Ah, en verdad no había cambiado.

Era un tira y afloja, pero Karma no sabía exactamente qué estaban jalando.

- Usualmente no usas vestidos, ¿cierto? – Hiromi le recorrió con la mirada.

- Lo hago – respondió sin dudar, Nagisa tras de ella respingó – sólo que la mayoría están sucios, y este fue un regalo de mi padre, como sabrá los padres tienen mayor afinidad a sus hijas, y viceversa, por eso me gusta tanto este vestido –

Las palabras de Karma calaron en Hiromi, por supuesto que era consciente de ese ligero hecho.

- Tu padre debe quererte muchísimo – la voz tensa de Hiromi, la tormenta en sus ojos siendo acentuada, la fina línea de sus labios. Nagisa estaba a punto de hablar e interrumpirlas, pero Karma le calló cualquier pensamiento.

- En realidad no – se encogió de hombros – sabe de él, ¿no? – sus ojos dorados afilados la observaban con altanería – se fue con otra mujer, mi madre conservó su apellido y yo también, pero en realidad no nos vemos. Sus regalos siempre son vestidos, y muy cortos para mí, pero esa afinidad me hace adorarlos – su mano pasaba por la tela azul marino, casi delineando sus propias curvas.

Hiromi sonrió sombríamente.

- Muchos padres no piensan en sus hijas correctamente

Nagisa respingó nuevamente, esta vez mientras servía agua en los cuatro vasos sobre la mesa.

- Su manera de amar es extraña, de todos los padres, pero a su manera lo hacen. ¿Y quién dice que se equivocan? –

Altanera, prepotente, orgullosa y malcriada, aquellas fueron las palabras que se trazaron en la mente de Hiromi de por vida tras su primera platica con Akabane Karma. Pero inteligente, intuitiva, fuerte y perspicaz.

Nagisa no era como ella, obviamente. Pero esta chica, podía llegar a corromperla, borrar todos los ideales que habían sido impuestos desde una edad muy temprana y echarlos a la basura en menos de lo que le había costado a ella implementarlos en la rutina de Nagisa.

En cualquier caso Karma era un peligro para su hija de ensueño.

Y no podía permitir que estuviese por más tiempo.

¿A Quién Le Importa El Corazón? [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora