Capítulo 8

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N/A: Debo hasta el capítulo 12, ahre, ayuda :,c


La cama de Karma era realmente pequeña, y aquello era una excusa perfecta para ambas.

Como no solían recibir visitas no había futones, y la recámara de invitados era una pequeña bodega, y aunque Nagisa había insistido en dormir en el sofá, Karma insistió aún más en que durmiesen juntas.

De alguna u otra forma, la madre de Karma ni siquiera se metió a la conversación, así que Karma ganó.

Y ahora ambas estaban allí, dándose la espalda mutuamente, pero con los ojos abiertos, Karma atenta a la pared, Nagisa atenta a la puerta del pequeño armario.

La habitación de Karma era de tonos claros, como crema, blanco, beige, hueso y de repente había unas que otras cosas de colores fuertes: negro y chocolate. Y creaba una armonía particularmente cálida, como al hogar de un adulto.

Nagisa estaba impresionada por la habitación, y trataba de convencerse de que aquella era la única razón por la cual su corazón latía tan rápido y sus mejillas estaban tan rojas.

Karma, a su lado, tenía un poco de pánico, ¿y si Nagisa escuchaba como retumbaba su corazón?, ¿y si se daba cuenta por el color de su rostro (casi igual al de su cabello) que no estaba dormida?, peor aún, ¿y si se daba cuenta de los pensamientos indecorosos que tenía?

Ambas evitaban el contacto físico, rectas y en el otro extremo de la cama, aunque sintiendo a la otra, la cama eran tan pequeña.

Nagisa fue quien se arriesgó primero, con una pequeña vuelta, un resoplido, su mano paso por la cintura de Karma, y su rostro quedo enterrado entre la maraña de cabello rojo con aroma a manzana y especias.

Ahora también huelo como Karma, pensó aspirando el aroma entre sus respiraciones acompasadas (anteriormente ensayadas cuando fingía dormirse para que su madre no volviese a su habitación).

En realidad, Hiromi la había tenido tan estresada que, recapitulando momentos anteriores, recordaba que la madre de Karma sí tenía pecas, pero no había visto ninguna en Karma (los pelirrojos suelen tener pecas, ¿por qué ella no?).

La duda le carcomía, pero la calidez de Karma, sus cuerpos fundiéndose en la cama, sin decir o hacer nada, sólo allí, quietas, sintiendo a la otra. Le hicieron no querer pensar en nada más que en el cabello rojizo que se enredaba sobre la almohada, y en su mano alrededor de la cintura de ésta.

"Creo que esta sería, la expresión más dulce y sincera de amar."

Karma sentía el corazón latiéndole tan rápido, tan fuerte, que dolía, y temía a que Nagisa se despertase por el sonido que hacía.

Pero el brazo de Nagisa abrazaba su cintura, era tan delgado, quería tomar su mano y mantenerlas juntas hasta que el amanecer las despertase (no estaba segura de sí esta vez sí había cerrado las cortinas).

La mano de Nagisa, entrelazada con la suya, que cálido sentimiento le había embargado de repente. Quería hacerlo, pero sin despertarla.

Así que apenas movió sus manos, unos centímetros, un poco más, deslizándose por la sabana hasta llegar a su propio vientre, y la alzo un poco, sólo un poco más.

Y la tomó.

Tomó la mano de Nagisa entre la suya, y, por algún extraño motivo, deseo que allí hubiese un anillo.

No sabía siquiera sí era la mano derecha o la izquierda.

Pero quería que tuviese un anillo.

Un anillo para recordarle que no era suya, que, siendo una chica, tendría más oportunidades para ser feliz, sus padres la amaban, más de lo que jamás pudieron haberlo amado antes.

Un anillo para recordarle que Nagisa podía escoger a un chico sin el temor de ser mirada por las calles.

Un anillo para recordarse a sí mismo, que ya le había perdido.

La única razón por la cual Nagisa, su Nagisa, se había enamorado de él, fue porque a él (en un primer instante) no le preocupo que fuese mujer, y jamás pensó en él como una chica, jamás deseó que lo fuera (aunque lo había expresado así).

Pero ella no tenía que hacer nada.

Como una chica, era la adoración de ambos padres.

Y era preciosa, todos se darían cuenta, nadie malgastaría la oportunidad de estar con ella.

Ella haría su propia familia (ni siquiera había sospechado la mera idea en su mundo, de Nagisa casándose y formando una familia, pero con ella allí, con su delgada mano entre la suya, entendió que podía hacerlo, que era más real).

Ella podría casarse, tener hijos, ser feliz.

Y él tendría que apoyarla, porque la ama, y quiere eso, y nada más que eso, quería que Nagisa fuese feliz, de la manera que fuese.

"¿Te imaginas si lo hubiese hecho por ti?"

Karma apretó un poco la mano de la chica, y el azul del cielo fundiéndose con el cabello de Nagisa fue más doloroso de lo que jamás habría sido.

"Imagina que nuestro encuentro fue predestinado, como una de esas películas o dramas de la tele, ¿no sería maravilloso?"

La vería marcharse, irse de la mano, con un vestido blanco, de un chico que ni siquiera le importaba, pero que Nagisa amaba.

"No necesito un novio si tu estas a mi lado, Karma. Eres mucho mejor que un novio"

Nagisa se iría.

Por mucho que la curiosidad la atormentase, no se atrevía a devolverle el apretón en su mano, ni en acercarse más, ni en hablarle, ni siquiera en preguntarle porque sus hombros se movían como si llorase.

Ni siquiera cuando confirmo sus sospechas, cuando Karma sorbió la nariz y gimió quedito, por mucho miedo, por mucha curiosidad, por tanto anhelo que tuviese para decirle "estoy aquí, no me iré a ninguna parte, puedes contarme lo que te atormenta", no podía hacerlo.

Porque era una cobarde.

Así que se quedó con la mirada fija en el movimiento de los hombros, atenta al sonido de los mocos sorbiéndose y los queditos sollozos que Karma no podía contener. Se quedó de esa forma hasta que la pelirroja no lo hizo más. Se quedó de esa forma mientras pensaba qué desató tal arranque de lágrimas.

¿Por qué Karma, la persona más fuerte que había conocido, lloró desconsoladamente entre la bruma de la oscuridad de su habitación?

Y, por un momento, pensó que recordaba.

Pero, y seguido de aquella vaga idea que se acentuó en su cabeza, pensó que fue por alguien. Alguien que la había dañado hasta el punto en el que una muestra de amor tan cálida y dulce, le haría daño.

Y nunca pensó que estaría dispuesta a arrasar con el mundo entero y asesinar a miles de personas inocentes sí eso significaba encontrar, destruir, al culpable. Es entonces cuando se siente como una asesina, y piensa que necesita revaluar quién es realmente, porque está segura de que si se entera de quien fue la persona que daño tanto a Karma, en el transcurso de un día, sería capaz de arrancarle la garganta con los dientes, sin importar el sabor.

¿A Quién Le Importa El Corazón? [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora