Epílogo

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Al despertar sólo tenía dos cosas en la cabeza: que era sábado y que se había quemado la cara.

Y, la tercera idea apareció cuando se había despabilado por completo.

La idea de haber cambiado.

Pero no sabía exactamente en qué o por qué. Sólo era consciente de ese cambio en su estómago, en su mente, como si le hubiese crecido una pierna que no encontraba, o cabello que no alcanzaba a tocar, o quizás un sentimiento.

No estaba seguro al respecto.

Pero ni el disgusto, ni el desconcierto del cambio le duró más allá que unos minutos, pues saber que ese día era sábado lo llenaba de júbilo.

Tenía una –cita– salida con Nagisa.

Su mejor amigo, y él, habían planeado eso desde hace un montón de antelación.

Desde que Koro les había llevado a ver la película en América, decidieron verla con los subtítulos en japonés pues no se sentían muy confiados de la traducción de su profesor que podía pasarse un poco con el drama de la película, aumentando diálogos que no venían al caso.

Y tras bañarse, tras arreglarse, salió como alma que llevaba el diablo, con una sonrisa por supuesto, y con la ropa que había elegido el día anterior y una expectación en su estómago que, juraba, no había estado allí en mucho tiempo, porque era un revoltijo de miedo, suspenso y un montón de felicidad.

Salió corriendo de su casa con las llaves en el bolsillo, el teléfono en su pantalón y la cartera en la mano, los audífonos no los necesitaría, estar con Nagisa era como estar en un espacio en el que no es más que necesario escuchar su voz para perder la noción del tiempo, no necesitaba a la música para acallar la incesante voz en su cabeza que le decía que estaba arruinando todo.

Y cuando se encontró con Nagisa, no supo por qué, pero le tomo la mano, le miró como si en mucho tiempo no le hubiese visto (y Nagisa se comportó igual de raro).

Ambos se veían con lágrimas en los ojos (y Karma pensó que no podía ser más estúpido, porque él no lloraba), pero se dejó llevar, y le abrazó.

Le abrazó con tanta fuerza que temió romperlo. Pero Nagisa se rió, y el sonido se parecía a la lluvia.

Y ambos se apretujaron el uno con el otro, esperando unir así a sus almas.

"Al carajo la película".

- Te amo

Sorprendentemente, Nagisa lloró mientras reía, y fue el sonido más hermoso y preocupante que había escuchado en mucho tiempo.

- También te amo, Karma

No sabía por qué, ninguno sabía por qué (bueno Nagisa ya había planteado confesársele, pero era diferente), pero tuvieron la necesidad de decírselo al otro, sus verdaderos sentimientos, y aún abrazados, ambos tuvieron un fugaz pensamiento.

Tan fugaz como una estrella.

"¿Dónde habías estado?" y sin lugar a dudas, era la voz de Karma, un poco más aguda, más joven, más desesperada, pero era Karma.

"Estoy aquí" escucharon, y sin lugar a dudas, era la voz de Nagisa, un poco más ronca, más joven, más feliz, pero era Nagisa.

Y ambos pensaron que no estaría tan mal decirlo en voz alta.

Porque lo primero que hicieron al encontrarse fue decirse "te amo" a bocajarro sin dudarlo, llorando y abrazándose el uno al otro. Sin ser conscientes (o sin preocuparse) de las miradas del público.

¿A Quién Le Importa El Corazón? [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora