04. Reiner Braun y Annie Leonhardt

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"Reiner Braun, un experto en fingir lo jodidamente mal que está."

Esa es la manera de la que Annie mejor podría describirle. Ni siquiera se llevaban tan bien actualmente, pero en el pasado no era así.

Los dos confiaban el uno en el otro, podrían tirarse toda una semana juntos durante el día, tarde y noche y no aburrirse, pues se llevaban como hermanos, y como unos realmente buenos.

Era como si en la vida del otro sólo existiesen para ellos mismos, a excepción de Annie. Ésta valoraba la amistad de Reiner como ninguna más, pero también apareció una chica en su vida, un nombre en el que no podía ni pensar por los recuerdos que le traía; Hitch Dreyse.

A pesar de todo, no es como si esa chica hubiese interferido en la amistad de Reiner y Annie, -o al menos no en un principio-. De hecho el Rubio ayudó a su amiga con sus asuntos amorosos, y salió satisfactoriamente bien, incluso los tres hicieron buenos amigos y a ninguno le molestaba la tercera presencia ni nada por el estilo.

Lo que realmente provocó un cambio en sus vidas fue el fallecimiento de la chica que tanto amó Annie.

La relación de los dos se congeló completamente. Annie dejó de venir por un tiempo a las clases, y no hacia caso a los mensajes de su amigo. Cuando decidió volver, siempre estaba sola, no porque no tenía a nadie con quién estar, de hecho tenía más demanda de gente que se preocupaba por ella, si no porque no quería estar con nadie.

Reiner estaba totalmente desesperado, y a día de hoy seguía rogando por un poco de atención de la chica. A pesar de todo, nunca se alejó de sus esperanzas de volver a tener una buena relación con ella.

Todo era porque Annie sabía más que nadie por lo que pasaba Reiner. Tenía una lucha interna con él mismo en la época en la que eran amigos y estaba segura de que seguía así. Lo había notado al ir por primera vez a la casa del rubio. No era para estar ahí ni nada parecido, si no para simplemente recoger una cosa que se había dejado.

Annie se mantuvo un poco alejada de la entrada, pero estaba lo suficiente cerca como para notar la tensa situación de allí, y cuando comprendió por qué Reiner siempre quería estar fuera de su casa y hacer cualquier otra cosa.

Como estaba preocupada por él, insistió en qué le hablase de la situación de su casa, y le había contado como al llegar a su hogar lo único que hacia era encerrarse en su habitación con llave y salir a regañadientes para llevarse la comida a su cuarto. No quería verles la cara, ni ellos a él. Ya estaban todo el día discutiendo, con problemas entre ellos, pegando gritos, y Reiner no quería ser parte de todo eso.

Su familia en un principio ya era demasiado estricta con él desde pequeño, poniendo su rendimiento de la escuela por lo alto de su felicidad y ya estaba harto de eso. No es que quisiese arreglarlo, tampoco sentía que podía, sólo se sentía mejor alejados de todos ellos. A sus ojos, todos eran iguales.

Así que ahí se encontraba, desesperado por hablar con la madre de Annie para averiguar a dónde se mudaría, cosa que comentó la propia Annie en clase días anteriores. Obviamente, Reiner se negaba a dejar sola a Annie, sobre todo porque sentía que eso sería dejarse solo a él mismo, así que acabó sabiendo exactamente a que escuela iría su hija. El siguiente tema era cómo se mudaría él. Bien, pues se hartó de trabajos por las tardes/noche y consiguió dinero. Básicamente, se mudó solo. (O al menos eso es lo que Annie había escuchado de los rumores.) Reiner tenía 17 años y consiguió independizarse, aún con un corazón vacío dentro de el. No quería preguntarse por qué hacía esas cosas, porque si lo hiciese sería mucho peor para él. Y Annie, estaba harta. 

Pues ella en el fondo quería ver a Reiner pasando página y olvidándose de ella, aunque tampoco era una persona muy adecuada para decir eso. La muerte de aquella chica seguía siendo algo muy influyente en su vida.

Ella pensaba -y sigue pensando- que aquella luchar interna de Reiner anteriormente mencionada no se limitaba solo a asuntos con su familia.

Y ahí estaba, Reiner con sus 17 años recién cumplidos mudandose a la misma ciudad que Annie.

"Patético." Pensaba ella al verle tan feliz descargando el camión de las mudanzas. "Al parecer tendré que seguir soportándole."

—¿Ese no es... —El sonido de aquella escena llamó la atención de su madre, quién salió afuera a ver qué era.

—Sí, mamá, es él. —Respondió Annie como si supiese la pregunta que iba a hacer al instante.

Las palabras faltaron, y la mujer se retiró.

—¡Annie! —Por desgracia para ella, el Rubio se dio cuenta de que le estaba observando.

Reiner fue corriendo hacia ella, con la intención de darle un abrazo, ésta con rapidez se apartó, dejando sin palabras al otro, que se llevó las manos por detrás de su cuello.

—No pasa nada, podemos dejar los abrazos para otro momento. —Se burlaba con una leve sonrisa en su rostro.

Ese tipo de comentarios le asqueaban a Annie. ¿Era así solo con ella? Eso creía.

—Reiner, ¿estás bien? —El chico dejó de sonreír inmediatamente— Quiero decir, mira lo que has hecho. Te las has apañado para mudarte a este lugar, encima cerca del mío. Has trabajado todo cuanto podías para comprarte una casa, y todo, ¿para qué? Has hecho una verdadera locura. Me sorprenderá si realmente consigues sobrevivir más de un día.

Las palabras suyas eran duras, lo sabía pero no le importaba, Reiner entró en un Estado de shock por unos segundos, hasta que la puerta de la casa se abrió y salieron dos chicos.

—Reiner, te estamos esperando. —La atención que tenía Annie de él fue robada.

—Sí, Porco, Marcel, ya voy. —finalmente, agarró la que parecía ser la última caja del vehículo y se marchó— Adiós, Annie.

Y así fue como la dejó a ella en estado de shock. Todo este tiempo pensando que se había ido a vivir solo, cuando no era así.

𝑯𝒊𝒈𝒉𝒔𝒄𝒉𝒐𝒐𝒍 𝑻𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔 {𝑅𝑒𝑖𝐵𝑒𝑟𝑡}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora