07. Primeras Clases 2/2

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—¡Bertolt!

La chica pálida con el pelo negro de antes me saludó. Si no recuerdo mal, su nombre era Pieck, me pilló de camino al aula al que me dirigía y sin decir nada, decidió acompañarme.

—¡Pieck! ¿Verdad? Creo que no te he dado gracias por lo de esta mañana, estaríamos muy perdidos sin ti. —recordé, y ella me sonrió gentilmente.

—¿Qué tal tu nuevo día? —me preguntó.

—Es raro. —confesé— Todo es nuevo para mí. Los sitios, la gente. No sé cuando me podré acostumb-

Mi respuesta fue interrumpida por literalmente un balonazo directo a mi cabeza. Perdí el equilibrio, y me hubiese caído si no hubiese sido porque Pieck consiguió sostener mi cuerpo antes de que nada más pasara.

—¡Jean! —gritó Pieck, e inmediatamente supe el nombre del causante de aquel golpe.

El supuesto Jean se acercó a mí, acompañado de Sasha y Connie. Se mostraban ligeramente preocupados, lo agradecía, pero eso no iba a curar el golpe.

—¡Perdona! No era nuestra intención, de verdad. —se disculpaba una voz femenina, supongo que la de Sasha.

—Perdona, ¿estás bien? —me preguntó el culpable de aquel balón-bala.

—¡Pero qué dices, Jean! ¿No ves que se le está hinchando la cara?

Perfecto. Menudo inicio de nuevas clases.

Lo siguiente que escuché fue varias voces viniendo de todos los lados, realmente no sabría descifrar qué intentaban decirme, ya que mi vista estaba borrosa, pero tarde o temprano, acabé desmayándome.

–––––

Desperté en una fría habitación, tumbado sobre una cama de hospital, sin saber muy bien por qué. Lo primero que hice fue quejarme de cómo el duro colchón molía los huesos de mi espalda, para luego observar lo que había a mi alrededor.

La limpiadora, Petra según el pequeño letrero que tenía en su baya blanca, estaba ahí.

—Buenos días, dormilón. Que sepas que llevas un rato ahí. —me dijo, pero mi confusión no me permitía saber de qué estaba hablando en un principio.

Ni siquiera sabía que había enfermerías en los colegios.

—El director, Erwin Smith, me ha dicho que vayas a verle cuando estés mejor. No sé si quizás quiere castigar a quién te ha hecho eso, porque menudo golpe. —dijo mientras movía las manos arriba y abajo—. Te esperará en su despacho.

En cuestión de minutos, se fue. Parecía que sólo venía a informarme sobre eso.

No tardé en levantarme, aunque el dolor de mi cabeza era severo y muy molesto, ni me quería imaginar cómo se veía físicamente.
Quería que este fatídico día acabase ya.

Pero

Ahora, tenía que pensar en dónde estaba si quiera el despacho del director.

–––––––

—¿Saben donde está el director? —pregunté sin pensármelo mucho a los conserjes, que justamente estaban los dos reunidos—. Mike y Moblit, ¿verdad? —dije después de leer su correspondiente nombre en las tarjetas de su traje.

—¿Sabes dónde se encuentra un despacho? —me preguntó el tal Mike.

Ciertamente, me sentía como una hormiga teniendo delante a dos personas tan altas que me intimidaban.

—No, no lo sé.

Los dos sé miraron entre ellos.

—Está al final del pasillo de arriba. —dijo el otro, volviendo a mirarme.

—Gracias.

Y me fui.

...

¿Qué ha sido eso?

Incómodo....

Y me he ido sin preguntar qué es el pasillo de arriba.

¿Cómo sabré ir al despacho de Erwin Smith si éste está en el pasillo de arriba y no sé donde está el pasillo de arriba?

Además, quién sabe cuántos pasillos habrá arriba.

–––––––

Finalmente, lo encontré, pensaba que sería más difícil la verdad.

O al menos eso espero. Una puerta un poco más grande que las demás, de madera oscura, al final de un pasillo y con el cartel "Despacho del director" sólo podía significar una cosa.

Estaba tan ansioso de finalmente llegar a mi meta, que me olvidé de llamar a la puerta.

Y me arrepiento.

Ni siquiera sé cómo describir lo que ví.

Abrí la puerta y pude ver no sólo al director, si no también al profesor de matemáticas, Levi Ackerman, los dos muy cerca, demasiado.

No diría que estaban haciendo cosas que no debían hacer ahí exactamente, pero Erwin tenía envuelta una pierna de Levi con su entrepierna.
Los dos sé fijaron casi inmediatamente de mi presencia, sobre saltándose, por supuesto.

¿Y qué hice yo?

Correr.

–––––––

Última hora del Lunes; Educación física – Keith Sadis

—¿Qué son estas horas, Bertolt Hoover?

Ah, ese momento en el que sientes que estás en el lugar equivocado, a la hora equivocada. Me lleva pasando todo el día.

—Estaba hablando con el director. —ojalá.

La clase, fue una completa pesadilla. O al menos los 15 minutos que quedaban. A este punto ni siquiera sabía para qué había venido a la clase, si estuve recibiendo regaños del profesor, y cuando descansaba la lengua, se dedicaba a mirarme mal.

Ni siquiera hice nada. Mi presencia allí no tenía sentido, y yo empezaba a pensar en si realmente había tenido un buen inicio de instituto, pues las cosas malas se agrupaban demasiado juntas y no dejaban a las buenas respirar.

La campana finalmente sonó. Un sonido tan estridente pero a veces tan cortamente esperanzador...

Estaba ansioso por irme a casa de una vez, así que fui de los primeros en salir por la puerta.

Ya totalmente preparado para terminar este día en mi cama escuchando música mientras dormía toda la tarde o algo así, pero parece que Reiner tenía otros planes conmigo.

𝑯𝒊𝒈𝒉𝒔𝒄𝒉𝒐𝒐𝒍 𝑻𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔 {𝑅𝑒𝑖𝐵𝑒𝑟𝑡}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora