02. Bienvenida

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Una chica con el pelo rubio recogido en un moño extraño se acercó hacía mi, y yo al instante empecé a ponerme nervioso. Quizás su actitud de estar parado en la puerta mirando por todos lados le llamó la atención. Sin embargo, por su cara no se veía cómo si tuviese la intención de ser mi amiga, o siquiera, conocerme.

Odio este tipo de cosas, las conversaciones no son lo mío, y menos con gente que no conozco de nada, ya era peor si era alguien que parecía como si en algún momento fuera a escupirme a la cara. Hasta prefería que no se acercase a mi.

—¿Cómo te llamas? —Como sospechaba, me habló.

—Bertolt Hoover.

—Yo soy Annie, ¿Estás perdido? —A pesar de su seria expresión parecía mostrar un poco de simpatía hacia mí.

—Soy nuevo aquí.

—Por lo que estás perdido.

—Si...

—¿De qué clase eres?

—De la 104.

—Ya veo. Yo también soy nueva aquí, y tampoco sé donde está la clase.

Debo admitir que me sentí ligeramente decepcionado al observar cómo la chica rubia sólo se acercó a mi por interés propio, era un poco pronto para empezar a confiar en la gente y hacerse falsas ilusiones pero aún así cometí el error.

Un silencio incómodo nos invadió a los dos mientras Annie seguía con su impasible cara que mostraba ansia por saber dónde se tendría que dirigir.

En cuestión de unos minutos, los dos observarmos cómo una adolescente se despedía de un señor mucho mayor que ella -por lo que aparentaba ser su padre- con un pelo rubio que mezclado con una frondosa barba y unas extrañas gafas daba un aspecto que captaba la atención. El hombre plantó un par de besos en la mejilla de la joven y finalmente se despidió de ella.

La chica tenía una tonalidad pálida que combinaba muy bien con su largo pelo negro, además de su expresión facial que transmitía una inmensa tranquilidad.

Annie llamó su atención agarrando bruscamente su mano al pasar delante de ella.

—¿Necesitas algo? —La pálida adolescente se sorprendió por el inesperado comportamiento pero no perdió su mansa apariencia.

—Somos nuevos aquí, me preguntaba si sabes dónde está el aula 104.

—Yo también soy nueva, sabéis, sin embargo estoy informada sobre dónde está mi clase, no es la misma que la vuestra pero seguramente esté cerca, ¿por qué no me seguís? —La pelinegra nos dedicó una leve sonrisa para luego seguir andando mirando algunos momentos hacía atrás para comprobar si le seguíamos.

En el fondo, no teníamos nada que perder, y juraría que por la falta de personas en la puerta principal nos arriesgaríamos a retrasarnos si esperabamos algún tipo de milagro.

Yo simplemente permanecí con la cabeza baja durante todo el recorrido. Ninguno de los dos habló, solo la otra chica que nos estaba guiando cuando llegamos a su clase.

—Si no me equivoco, siguiendo el orden de los números asignados a las clases la vuestra estaría por ahí —La delgada chica señaló hacia su izquierda—. Espero que nos volvamos a encontrar, ¡buena suerte! —Cuando parecía que la conversación había acabado, no se retiró del todo sin unas últimas palabras—. ¡Por cierto, me llamo Pieck!

Finalmente entró a la clase que tenía asignado el número 103 y desapareció a través de la puerta. Nosotros dos seguimos nuestro camino con las indicaciones de Pieck hacia la clase 104 sin empezar ningún tipo de conversación durante todo el camino. Sólo había silencio entre nosotros dos y me resultaba incómodo.

Empecé a mirar lentamente a los que serían mis compañeros de clase a partir de ese día, no es que estuviese interesado en socializar pero siempre había sido muy observador.

Al final de la clase estaban hablando un grupo de personas, parecía que se lo estaban pasando bien, sus conversaciones parecían bromas continuas. Pude destacar a un bajito con el pelo rapado, al lado suyo una pelirroja con una cola de caballo hablando muy enérgicamente, y no tan cerca de ellos dos estaba un chico cuya forma facial daba juego a el chiste fácil de decir que se parecía a un caballo, a pesar de esos tres, había otro chico que parecía no encajar en el trío de esos burlones, un chico con pecas sonriendo, en el fondo me sentí maravillado al saber que en mi clase estaba alguien que se veía tan amable y que transmitía una sensación de Seguridad.

En otra esquina, no tan al fondo de la clase se encontraban dos chicos, uno moreno y otro rubio, y cerca del moreno una chica con una bufanda atada a su cuello a pesar de estar dentro de una clase. Parecían tener una conversación normal y corriente, nada fuera de lo común.

Y en una posición que conectaba directamente con la posición de la entrada a la clase se encontraba un fornido rubio conversando con dos chicas muy pegadas una a la otra, una morena con una pícara sonrisa y otra rubia la cuál tenía una apariencia muy bonita.

Annie se acercó al rubio, y yo la seguí.

—Parece que no te has perdido al final. —El chico se dirigió hacia mi acompañante con un tono burlón pero que no denotaba maldad en absoluto.

—Y veo que tú has hecho amigas. —Annie intentó devolverle el comentario, aunque por su tan firme cara -muy común y casi ni a propósito- parecía que intentaba ser borde.

—Bueno, yo también puedo decir lo mismo. —Las miradas de los tres aparentes conocidos se posaron en mí y no pude evitar sentir un poco de vergüenza al ser el centro de atención y ver cómo los demás esperaban palabras mías. Annie me dio un codazo, dándome a entender que me presentase.

—Yo... Soy Bertolt Hoover.

—Encantada, Bertolt, yo soy Ymir, la chica a mi lado se llama Krysta y este orangután se llama Reiner. Él es nuevo aquí, como vosotros según he oido, ¿no?

—Así es. —Annie contestó en vez de mi.

°·°·°·°·°·°·°·°·°

Bertolt intentaba mostrar una simpática sonrisa a la nueva vida que le esperaba. Quién sabe, quizás no sería tan mala como se imaginaba y sólo había estado pensando negativamente sin razón.

Sin duda alguna, no tardaría en descubrirlo.

𝑯𝒊𝒈𝒉𝒔𝒄𝒉𝒐𝒐𝒍 𝑻𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔 {𝑅𝑒𝑖𝐵𝑒𝑟𝑡}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora