Me despierto entre mis sueños absurdos y los golpes en mi puerta, veo en el reloj que son las dos de la mañana y me lanzo de la cama, supongo que ha pasado algo urgente y al abrir la puerta. Veo a Lyham mojado, sus ojos están rojos y sostiene mi regalo en manos, aun no lo ha abierto. No logro preguntar qué le pasa, cuando se lanza a mis brazos llorando.
— Me ha dejado, lo hemos dejado... —doy varios pasos atrás, aún con él en mis brazos —. Le quiero.
No sé si debo alegrarme o preocuparme por ellos, quiero llamar a Augus y asegurarme de que está bien, pero no quiero romper este abrazo. Lyham tiembla en mi pecho desnudo, me siento y aparto su cuerpo del mío... No deja de llorar y me enojo, me enfado porque me rechazó en el parque para estar con Augus, dijo que me amaba, pero que le quería a él.
Ahora está en mi habitación, sentado en mi cama, acometo decirle que no voy a escucharlo llorar por otro chaval, no pretendo ser ese chico.
— Yo no puedo ayudarte, Lyham —me pongo de pies —. Verte sufrir por él, me hace sufrir a mí y ya basta.
Se muerde los labios, su cabello negro azabache brilla bajo las luces de mis lámparas, nunca lo he visto tan confundido, tan triste... ni siquiera cuando le terminé y eso me hace preguntarme si en verdad me quiere más que a él, pero ya no están juntos, podemos ser uno, podemos tener todo lo que siempre quisimos, antes de irme a Inglaterra.
No para de llorar.
Me siento a su lado y toma mi mano, la aprieta entrelazando nuestros dedos, me pregunto si debo decir que me marchare pronto, mis padres me exigen que lo haga en una semana y no lo comprendo, quizás aún me odian por rehusarme a someterme al tratamiento de nuevo, no quieren que los avergüence más y prefieren mandarme lejos. Mi boleto de avión estaba programado para junio, quieren deshacerse de mí lo más pronto posible.
No digo nada de mis problemas, me lo callo.
En la opacidad de la luz, Lyham me pide quedarse esta noche, asiento y pego seguro a la puerta. Muchas veces lo necesité y estuvo aquí, hoy me necesita a mí.
Busco el pijama de rayas para que se quite la ropa mojada.
Se desnuda de espalda a mí, siempre ha sido una persona atrevida en la intimidad, es de ese tipo de personas que parecen ser santos y tienen la cola guardada. Se gira a medio cuerpo para verme.
— Lo siento —explica mientras se sube el chándal —. Debí hacer esto en el baño.
— Debiste —afirmo, metiéndome bajo las sabanas.
Cuando sus pies fríos topan los míos, me avergüenzo, me da pena estar en la misma cama que él. Me he masturbado noches pensando en un momento similar a este y ahora estamos tan cerca. Coloco la almohada entre mis piernas para ocultar mi fuego, la lámpara se ha apagado hace rato y agradezco que no ve mis bobas acciones. Supongo que no va a tocarme, porque desde el principio establecí esos límites, demarcaciones que me gustaría romper ahora.
— No puedo dormir —su voz ronca interrumpe mis pensamientos sexuales —. ¿Podemos hablar?
— Duerme —agradezco estar de espaldas a él —. Mañana empiezas los exámenes, ¿no?
— Sí, es una pega que los de último curso los hayan tomado la semana pasada —siento que se gira para quedar frente a mi espalda —. ¿Iras a Blood Elite o algo así?
— No quiero hablar de eso, ¿Vale?
— Bésame —me congelo, desliza una mano fría por mi espalda.
Sin pensármelo, me giro y sostengo su rostro entre mis manos. Terminamos sentados, Lyham sobre mis piernas y yo quitándole el pijama, me toca y no me da asco, no me avergüenzo.
Quiero hacer realidad cada oscuro pensamiento que he tenido sobre él, sumerge sus manos entre mi ropa interior para hacer un vaivén con mi miembro. Sonríe, sé que lo hace porque le agrada verme vivo, distinguir mi cuerpo diligente para él.
— Espera —quito sus manos de mi parte íntima —. ¿Soy tu despecho?
— No seas estúpido, siempre fuiste tú... desde hace casi nueve meses te amo —retira mi cabello de la frente para besarla —. Eres ese amor que por más que pase el tiempo, nunca olvidaré... eres mi primer amor verdadero.
— Te amo, Lyham Soler.
— Siempre te amaré, Jacquett Johansson —me da un breve beso en los labios.
— ¿Aunque sea un capullo integral?
— Aunque me rompas el corazón en un millón de pedazos —tira de mi bóxer para retirarlo —. Tienes el cuerpo más hermoso del mundo y tus pecas.
— Basta, me avergüenzo de ellas.
Lyham empieza a besar cada parte de mi estómago, descendiendo hasta llegar a la parte más íntima de mi cuerpo, me encojo y gimo de placer, no sé cómo se hace, pero lo aparto y lanzo en mi cama para darle el mismo placer que me ha dado a mí.
Nos entregamos a la pasión que hemos reprimido por casi un año, me vuelvo prófugo por cometer el delito de tener todas las primeras veces sexualmente con él, los roles desaparecen y solo somos dos chicos queriendo amarse, solo somos dos personas uniendo sus cuerpos en todas las formas posibles.
Lyham termina mojando mis labios con la miel más deliciosa que emana de él, sonrío y me pide que haga lo mismo en su pecho.
Me subo a arcadas sobre su cintura, gimo y baño su pecho con mi néctar, me tiro cansado a su lado, está a punto de amanecer, faltan dos horas para ir al instituto. No lo dejo ir, limpiamos nuestros cuerpos juntos bajo la ducha y volvemos a la cama, muerdo su espalda mientras la aprieto, tengo que encorvar mi cuerpo para quedar a su altura, Lyham es pequeño. Bosteza y yo sonrío.
— Tengo sueño.
— Duerme, amor —juego con los pelos lacios que descienden por su cuello.
— Tengo que comprarme un traje, si soy tu chico, supongo que me llevarás a la graduación.
— No puedo, mis padres me matarían y despedirían a tu madre.
Explico las razones por las que nuestra relación debe ser un secreto, las entiende porque nos afectaría a los dos. No le cuento que tiene fecha de caducidad, me callo el pequeño detalle de que me iré lejos y no volveré en años.
Aprieto sus manos hasta quedarme dormido.
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Mi Mejor Complicación ✔️
Teen FictionEn busca de una nueva vida, Lyham llega a la ciudad de Redland, donde su madre consigue empleo con una distinguida familia. Mientras aprende las reglas de su nueva vida, el engreído heredero de los Johansson comienza a gobernar sus pensamientos en u...