Hunter x Neverland [Libro 1] Completo

12.- Alianza y rival

Grace Field

— Escuchen —  Kurapika alcanzó a Gon y Killua que jugaban matatena con hormigas, el Kuruta había estado leyendo en la biblioteca —  este hombre, William Minerva es posiblemente alguien que quiere ayudar a que escapemos de aquí.

— Yo sólo sé que cada día me siento más como un animal domesticado que como una persona normal. — reniega el albino que llevaba la camisa desabotonada porque sentía que le asfixiaba.

— ¿Porqué dices eso, Killua? — cuestiona Gon sentado en el pasto.

— La comida de aquí no está tan mal, ya hasta creo que subí un kilo. — eso explicaba lo de la camisa.

— Gon, ¿qué sugieres que hagamos respecto a Krone? — Preguntó Kurapika aún preocupado con aquella mujer que no paraba de acosarlos.

— Lo he pensado mucho anoche, no pude dormir nada y ya tomé una decisión. — La mirada seria y brillante que poseía logró persuadirlos, Gon iba enserio. — Nos iremos mañana.

— ¡Ya era hora! — se alegró Killua poniendo cara de gato.

— Estás seguro, ¿Gon? — Kurapika aún estaba inseguro — los niños...

— ¡Ellos están más que listos! — dijo Gon confiado — Kurapika, Killua, ustedes son geniales y sé que lograremos entre los tres llevarnos a todos lejos de aquí hasta encontrar ayuda o un lugar seguro, no tenemos que esperar más tiempo.

— Tienes toda la razón, Gon — las palabras de ese chico siempre le transmitían motivación y esperanza, no le quedó a Kurapika más que seguir su instinto y preparar todo — guardaré algunas cosas y nos iremos al amanecer.

— Hey, yo sé que soy el más emocionado por largarnos de aquí, pero, ¿no están olvidando algo? — agregó Killua — Esa mujer, Isabella, no es alguien para subestimar, se los digo yo que vengo de una familia de asesinos.

— ¿Qué pasa con ella? — preguntó Kurapika que también estaba interesado en aquella mujer que los cuidaba y vigilaba incluso más minuciosamente que Krone.

— Lo único que deben saber es que ella podría ser más peligrosa que un propio demonio. — Killua también se puso serio, se podía notar en su voz una ligera tonada de miedo, de inseguridad. — Estoy seguro de que es capaz de cualquier cosa para contenernos, no me quisiera ir sin conocer cuáles son sus límites.

Killua recordaba las palabras de su hermano Illumi en ese momento, no enfrentarse a un rival sin saber si puede ganar. No enfrentarse a un peligro más grande de lo que pueda manejar.

— Si quieren saberlo, yo con mucho gusto puedo decirles — la dueña de la voz paralizó a los tres enseguida que sólo se miraron sorprendidos unos a otros, detrás de ellos estaba esa mujer espiandolos y ninguno se dió cuenta de su presencia, lo cuál fue inquietante — pero para eso, me gustaría que tuvieran la confianza de dejarme ser su aliada.

— ¿Cómo supo que estábamos aquí? — interrogó Kurapika efusivamente.

— Los seguí, así que ustedes son quienes planeaban escapar, ¿no? bueno, yo podría ayudarles. — sonreía aquella con ambiciosas intenciones.

— ¿Porqué tendríamos que confiar en ti? — se unió Gon al interrogatorio, también desconfiaba de esa mujer.

— Porque yo quiero quedarme con el puesto de Isabella y para ello tengo que sacarla del camino, si ustedes escapan, ella paga los platos rotos. — con facilidad Krone les explica y da información deliberadamente, lo cuál hace que Kurapika trate de negociar.

— ¿Nos dirás todo lo que queremos saber? — el rubio era el más capacitado para lograr un acuerdo menos riesgoso, controlando la información que salía de ellos y viceversa.

— Absolutamente. — contestó Krone sabiendo a Kurapika como el erudito que era.

— Haremos un trato contigo, pero si no cumples tu palabra, Killua te matará. — aseguró Kurapika confiando en sus amigos.

En ese momento, Killua modifica sus manos dejando ver unas filosas uñas asesinas y una mirada amenazante.

— Ya veo, como lo supuse, ustedes no son normales. — la hermana temblaba y los chicos no sabían muy bien si de miedo... O de emoción.

Examen de cazador

— Por alguna razón, me gusta cuando me golpea — confiesa Ray riéndose un poco con la mejilla roja.

— Te lo mereces por arriesgarte tanto a morir, egoísta. ¿Acaso no pensaste que si te perdemos sería una condena seguir aquí? — Norman estaba molesto pero más consigo mismo porque todo el tiempo que llevaban ahí se la había pasado agotado sin tiempo para pensar — parece que tú te estás adaptando muy bien y yo aún no puedo asimilar que sólo fuimos productos alimenticios para demonios.

— Por eso mismo creo que merezco el golpe, yo me acostumbré a vivir con eso durante 6 años, lo único que me quedaba era esperar y crecer lo más posible antes de ser devorado o convencerlos a ustedes de escapar, pero ahora estoy eufórico porque nos encontramos quién sabe dónde pero somos libres. ¿¡Entiendes, Norman!? ¡somos malditamente libres!

— ¿A cuántos, Ray? — preguntó Emma que lo estaba escuchando — ¿A cuántos tuviste que sacrificar para mantener el secreto? ¿cuándo pensabas decirnos?

— Hoy. — respondió Ray — les iba a mostrar la verdad, iba a hacer que vieran con sus propios ojos pero aparecimos aquí y eso no ocurrió, no sé dónde estamos, no sé si podamos regresar pero si así fuera preferiría morir.

— No digas eso — dijo Emma afligida — sólo me siento decepcionada de que hayas dejado que tantos de nuestros hermanos hayan sido entregados antes, pero no te culpo por ello, lo hiciste para protegernos.

— No sé si sirvió de algo, nosotros estamos aquí, los demás puede que sigan allá. — pensó Ray en silencio, a pesar de todo también le preocupaba un poco saber lo que pasó, tenían todos muchas dudas por resolver.

Tonpa, Ray y Norman terminaron sus encuentros y tan solo quedaban Emma e Hisoka por participar.

— Estoy lista, iré yo — se adelantó la pelirroja valiente y llena de energía.

— Emma, no te confíes demasiado, si tienes que rendirte hazlo, no te arriesgues. — aconseja Norman.

— Norman tiene razón, sé precavida. — apoyó Ray.

— Gracias por preocuparse pero no me dejaré ganar, si ustedes pudieron hacerlo, definitivamente lo lograré yo. — como la más enérgica de los tres, estaba emocionada por tener un primer enfrentamiento en su vida.

Estar ahora ella en ese cuadro de combate le daba nervios, nunca había tenido una pelea con otro adulto, ni siquiera conocía otros además de mamá hasta ese día, las manos le temblaban porque estaba ansiosa.

— Así que me tocó una inocente niña, esto será muy fácil. — dijo el rival de Emma.

— ¡Dime cómo quieres luchar! — gritó Emma entusiasmada.

— No, querida, yo no lucharé a golpes. — sin esperar se quitó la capa que cubría su rostro y cuerpo, se trataba de otra chica, ¿esta sería una pelea afortunada? — Jugaremos algo divertido. La que pierda... se tendrá que lanzar al vacío a morir.

¿Quién será la verdadera genio en este encuentro?