19.- Adelanto y cacería

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Grace Field

— Espero que ahora puedas quedarte callado y escuchar antes de intentar engañarme, Killua. Todo lo que ha pasado es culpa tuya, vendiste a tus amigos por no quedarte en silencio, por ti está pasando esto. — Todas las emociones del albino quedaron atrapadas por una inmensa desesperación, se preguntaba si aún existía una forma de volver el tiempo, para que todo aquello no estuviera pasando.

Gon lloraba de dolor sin poder mover sus brazos que se tornaban morados, Kurapika seguía inconsciente y sólo quedaba él.

— Baja de ahí, Killua, no tienes opción, a menos de que realmente seas un egoísta y no te importen tus amigos. Aún si decidieras matarme y llevártelos,  no puedes irte muy lejos con dos heridos, por favor, no lo hagas más difícil para ellos. — aquella mujer extendió sus manos hacia Killua quien aún seguía en estado de shock.

— Ki...llua... no... no la es....escuches — intentaba decir Gon con sus pocas fuerzas, soportando la agonía.

— Mi amado Gon, perdóname — lo abrazó mamá brindándole un abrazo, ella guardaba lágrimas de tristeza, le hablaba como si realmente estuviera arrepentida de haberlo herido — cariño, vas a estar bien, resiste.

— ¿Qué quieres... Qué quieres que hagamos? — con las manos sobre el pasto y de rodillas, Killua observaba a Isabella, el fracaso era doloroso pero sus amigos eran más importantes en ese momento que su orgullo.

— Quédense y vivan lo más que puedan aquí, no hay oportunidad de sobrevivir más allá de estos muros, si ustedes se quedan, tendrán un hogar, una familia y un final rápido, una vida perfecta, no tienen que luchar más. Afuera no hay nada, Killua, este mundo, no es el de ustedes.

— ¿Cómo lo...

— ¿Cómo lo sé? no fue difícil. Al parecer yo soy... la única persona que no fue afectada por lo que sea que pasó, pude darme cuenta de que ustedes no son los niños que yo crié aunque me costó un poco de trabajo recordar a los anteriores.

— Quiere decir que tuvimos razón todo el tiempo... — concluyó el albino mirando sus manos, sabía en el fondo que estaba simplemente encarnando la vida de alguien más. — estamos en una especie de dimensión distinta.

— Acertaste, aunque un poco tarde, Kurapika lo descubrió primero que tú y no le sirvió de nada, fue muy fácil descubrir su punto débil. Y el tuyo. — la sonrisa de mamá lo enfurecía pero no podía hacer nada, Gon no pudo soportar el dolor y también terminó desmayándose.

Tras unos minutos, Gilda y Don planearon ir a buscarlos pero Isabella apareció saliendo del bosque, con Gon y Kurapika en brazos. Killua, cabizbajo, la acompañaba detrás.

— ¿Qué le pasó a Kurapika? — los ojos de Gilda se cristalizaron, pudo darse cuenta casi de inmediato que no dormían.

— Tuvieron un accidente al jugar, entren, ellos estarán bien. — Isabella manejaba todo con cuidado y sin necesidad de dar detalles.

— Killua, tú... — Don se quedó con la palabra en la boca, pues sintió cómo fue ignorado por aquél decaído y tembloroso albino.

No sólo se había estropeado el plan de escape. Killua tuvo que jurarle a Isabella permanecer en silencio y prometer no intentar matarla.

Kurapika y Gon quedaron al cuidado de Isabella en una habitación aislada mientras que Killua volvió con el resto de los niños y evitó dar cualquier información o hablar con alguien durante el resto del día.

— Si vuelven a intentar escapar, mataré al primero que me dé la oportunidad, no habrá una segunda equivocación que les perdone. Nadie puede salir de aquí, ¿has entendido?

Negarse no era opción, aquellas palabras fueron la promesa que hicieron antes de volver. Ahora Killua tenía que esperar a que Kurapika despertara y poder hablar con él ya que sólo había sido noqueado.

— Que bueno que despertaste, tengo una noticia para ti, mi pequeño Kuruta. — Isabella le entregó a Kurapika una taza de té y se sentó a la orilla de su cama observándolo sorber de la taza lentamente — Adelantaron tu recogida, te irás en una semana.

Partida por la mitad, la taza de té cayó al suelo junto a sus esperanzas de sobrevivir a ese lugar que más que un orfanato era una prisión.

Examen de Cazador

— ¿Cómo voy a quitarle la placa a Hisoka? ¡no quiero luchar! — Emma estaba sentada a la sombra de los árboles frente a un lago, llevaba un par de horas ahí, intentando pescar algo pero era más difícil de lo que pensó.

Se dió por vencida en la pesca y cortó algunas manzanas de un árbol y siguió su camino a dónde quiera que se le ocurriera.

— Hisoka... necesito la placa de Hisoka... — se repetía así misma pensando en ideas, hasta que se perdió en el bosque sin darse cuenta que además estaba siendo perseguida.

En otra parte de las arboledas, Norman se propuso usar los medios de su entorno para crear una trampa para idiotas. Exacto, una trampa para atrapar a Tonpa.

Y lo mejor fue que funcionó.

— ¿¡eh!? ¡Saquenme de esta red! — el hombre pedía ayuda pero sus fuerzas se acabaron rápido al sentir que algo lo empezaba a adormecer, Norman se las había arreglado para conseguir esporas que provocaban sueño profundo y llenar una red hecha de hojas con ellas para esparcirlas en caso de que la red fallara, pero tuvo éxito en ambas y ahora Tonpa dormía colgando de un árbol.

— ¡Grandioso! ¡sólo me tomó 8 horas conseguirlo! — en medio de su celebración el rugido de su estómago aclamaba por comida — creo que me concentré demasiado en esto, no debí planearlo tanto, igual no fue difícil hacer caer a este señor.

De los bolsillos de Tonpa, sacó la placa que escondía, sólo para darse cuenta que había cometido un error.

— No pensé en esto... maldición, este tipo... — el número de placa que tenía no era el que estaba buscando, pero Norman estaba seguro de que su presa era Tonpa, la única razón para que esa placa fuera otra era... — Tiene un cómplice.

De pronto un mono saltó sobre sus hombros y le arrebató no sólo la placa que le quitó a Tonpa, también robó la suya y antes de que Norman pudiera atraparlo, este saltó entre ramas alejándose de él.

— Soy un estúpido, ¿cómo no se me ocurrió esto? — hora de volver a idear trampas, Norman.

Y en lo más remoto del bosque, dónde la luz apenas atraviesa entre las ramas de los árboles. Ray se preparaba para liberar su verdadera personalidad contra el mundo.

— Ya pueden salir, quiero ver sus rostros antes de morir. — dijo engreído deslizando la patineta en dirección a donde había escuchado que lo asechaban.

— ¿Cómo te diste cuenta de que te seguíamos? — tres sujetos de apariencia similar salieron de los arbustos, hermanos que planearon emboscar a un niño de 12 años. Qué valientes.

— No es tan difícil distinguir huellas humanas, de donde vengo hay un bosque similar dónde los niños esconden mejor su rastro que basuras adultas como ustedes.

La insolencia de Ray fue motivo suficiente para que aquellos chicos se lanzaran intentando golpearlo, pero él lo tuvo todo previsto, una trampa que le había tomado más de 24 horas resultó exitosa, desgraciadamente exitosa.

El rostro de Ray estaba salpicado de sangre, dos troncos huecos de árbol fueron soltados por lianas para viajar de lado a lado como cuchillas, literalmente reventaron las cabezas de los tres ahora ex aspirantes a cazador.

Un niño que sin saberlo, reemplazaba perfectamente el lugar de un asesino.

Hunter x Neverland [Libro 1] Completo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora