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— Vas a conocer a mis madres — la noticia cayó sobre Chan como una bomba, despertando todos sus sentidos, y con ellos, la paranoia. Solo hacía unas escasas horas que habían logrado arreglar todos los malentendidos que estaban pendientes, por lo que el hecho de "conocer a las madres" era un gran paso. ¿Qué gran paso? ¡Era gigantesco!

— ¿¡Qué!? ¿¡Hoy, ahora, justo en estos momentos!? — el moreno quedó estático en la entrada del apartamento, sin percatarse del viento y las bajas temperaturas. Su nariz comenzaba a cobrar un tono rojizo, y sus labios volvían a resquebrajarse.

— Sí, hoy, no ahora mismo, sino cuando lleguemos a mi casa — mientras tanto, Felix estiraba de su mano para obligarle a caminar. Sabía que le iba a dar un ataque de pánico, porque cualquier cosa que él no hubiera previsto y analizado previamente, le causaba terror. Sus guantes comenzaban a ceder entre ambas manos, por lo que decidió quitarlas momentáneamente.

Con parsimonia, retrocedieron unos pasos hacia donde habían salido, para tomar las manos del moreno entre las suyas. Chan no dejaba de balbucear cosas que parecían conjuros, su labio temblaba y la nariz, además de roja, no paraba de rascarla. Su ceño fruncido era cada vez más notorio, y los pelitos que caían por su frente, se comenzaban a alzar por la tensión. Felix se sorprendía de la facilidad con la que podía ser leído.

— Channie-hyung — su apodo hizo recuperar un poco la atención del chico, y aunque continuaba inquieto, se mantuvo expectante a lo que decía —. No pasará nada, te lo prometo.

— Pero Lix... Esto está yendo demasiado rápido, creo que no estoy preparado — era demasiado dramático en algunas situaciones, por lo que el rubio intentaba acallar las ganas de soltar risotadas en su cara.

— Cariño, creo que deberías de descansar un poco, te está afectando a las neuronas— Chan hizo caso omiso a la burla de su novio, agravando su estado paranoico.

— ¿Y qué les voy a decir? ¿Puedo solo presentarme y salir corriendo? Dios, me van a clavar una estaca por haberte hecho sentir mal — no tenía intención de que el omega escuchara los prejuicios, intentando disimular bajo la chaqueta. Sin embargo, era tal la obviedad, que Felix cuestionaba si realmente estaba hablando consigo mismo.

— Chan, por favor, mírame — las manos del rubio, ya congeladas y apenas móviles, se vieron acunadas en las quijadas del pálido —. No pasará nada, créeme.

— Es que te hice mucho daño... Si yo fuera padre, no le permitiría estar a mi hijo con alguien como yo.

La preocupación había calado con tanta profundidad en él, que su complejo volvía a relucir. Con tristeza, el mayor escuchó las palabras, deseando que no se volviera a repetir. Acariciaba su piel con lentitud, provocando que la manga de la chaqueta de Chan, dos tallas más grandes, se deslizara hacia bajo. Su muñeca estaba decorada por la pulserita blanca artesana, hecha por el mismo chico que se encontraba a punto de encerrarse en su cueva.

"Luchemos contra nuestros complejos, hagámoslo juntos"

Aquellas palabras fueron pronunciadas por el alfa, días después de su primera reconciliación. Había llegado atragantado a su casa, lleno de sudor, pero alegre. En ese momento, desconcertó a Felix a causa del contraste entre su aspecto y actitud, dejándolo ocupar su ducha y ropa para la explicación posterior. Fue realmente adorable para el omega, ver a su novio con los ojitos brillantes, explicando el significado que tenía para él ese objeto diminuto que sostenía entre los dedos. "Intenté copiar el estilo lo mejor que pude, intercalando el color blanco con líneas negras. Así, cada vez que lo mires, recordarás que eres precioso; aunque yo no esté cerca".

— Channie-hyung — los párpados del nombrado temblaban sin parar, intentando idear alguna estratagema para escabullirse hacia el escondite más recóndito de su casa. Antes de que pudiera formular cualquier excusa, el beso robado le derribó cualquier tipo de intención previa —. No te derrumbes ante mí, prometimos trabajar en nuestras inseguridades, ¿recuerdas? — ambas palmas del rubio, descendieron hacia el brazo izquierdo del contrario, obligando a doblar un poco su tela. Juntó sus accesorios con una dulce sonrisa, que eliminó cualquier tipo de inseguridad en el rubio. A causa de los pequeños gestos que realizaba Felix, Chan no podía evitar sentirse revitalizado.

Too Sweet -ChanLix-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora