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La charla con su madre le había presentado más dudas respecto a la famosa "marca". Felix pensaba que aquello era casi peor que llegar a contraer matrimonio, demasiado compromiso. Pero de alguna manera, pensar que quería pasar el resto de su vida, al lado del chico moreno que le miraba con una brillante sonrisa... No le parecía una idea tan descabellada. Annie, al ver cómo sus palabras comenzaban a ser ignoradas por su hijo, decidió guardar silencio. Aún no se acostumbraba a esa faceta bobalicona del rubio.

Por otro lado, Chan disfrutaba de la compañía de Sunmi, quien, demasiado entusiasmada, enseñaba foto tras foto de la familia. Habían recorrido todas las memorias, desde el primer alquiler como pareja, hasta las ecografías de Felix. La nostalgia en la mujer le estaba abrumado de sobremanera, tocando sus delicados sentimientos. En un principio, la señora se había mostrado tan inexpresiva, que le resultaba bastante gracioso lo fácil que se había encariñado con él. Lo agradecía con creces, aunque una parte de Chan, seguía criticándole por haber soltado tan fácilmente su pasado. No quería que sus suegras le aceptaran por pena. Aunque antes de poder continuar con sus problemas, su novio interrumpió a su madre con un abrazo.

— Mamá, si sigues así, acabarás llorando — con las dos manos, acarició los brazos de su progenitora, ofreciéndole cariño.

— Pero eras tan bonito... ¿¡Qué pasó con ese niño!? ¿Dónde está ahora? — esta vez, huyó de la pareja, dirigiéndose a su mujer.

Las burlas y risas continuaron por un largo tiempo. Se había prolongado tanto la visita de Chan, que los autobuses ya se encontraban fuera de servicio. El moreno, intentando no molestar, insistía en volver caminando. Pero las señoras no daban tregua, siendo aún más insistentes en dormir en su casa.

— Ya he sido de demasiada molestia llegando tarde, no me lo puedo permitir — Felix guiaba al contrario hacia su habitación, en busca de un pijama para prestar.

— No te preocupes por nada, siempre tenemos una habitación libre para cualquier visita de última hora — al mismo tiempo que el rubio había hallado una ropa suficientemente ligera y ancha para no ser molesta, las madres se habían encerrado en su habitación compartida.

— Toma. En el mueble del pasillo hay más sábanas y almohadas, por si necesitas alguna de repuesto— la tela de color azul oscuro acabó sobre el catre con sábanas blancas.

Chan, ocupando la esquina del mueble, observaba como el omega señalaba cada rincón del lugar. Intentaba hacer su estancia más confortable, aunque ya había estado ahí en más de una ocasión. Su disimulada sonrisa intentaba ocultar las ganas de reír.

— No hace falta te preocupes tanto — alzándose de donde estaba, tomó de la mano a Felix para que ocupara su lugar —. Espérame aquí, ahora vuelvo—con más tranquilidad que antes, y con las toallas que había encontrado en el armario señalado, decidió tomarse una ducha.

Recapitulando todo lo que había ocurrido en tan solo unos días, le hacía pensar que era demasiado perfecto para ser verdad. La posibilidad de haber podido expresarse como debía haberlo hecho desde un principio, el inicio de su primera relación formal, la conversación sobre las inseguridades. Tantos avances había logrado en el transcurso del mes, que en cierto modo, le hacía sentir más que realizado. Estaba consiguiendo progresar mucho más de lo que nunca hubiera imaginado. Ahora, las palabras esperanzadoras de su abuela cobraban sentido.

Luego de ducharse, y acabando con su pequeño momento de reflexión, se dirigió al cuarto donde le esperaba su novio. Felix ya estaba tumbado, aunque por encima de las sábanas, sabiendo que debería volver a su habitación.

— ¿Lo de haberte dejado el pijama fue intencional? Porque de haberlo sabido, hubiera preparado mi mente para verte con solo una toalla — como siempre, y aprovechando cualquier situación, Felix actuó de mala manera. Tapó sus ojos, dejando un claro hueco entre ellos con sus dedos. La sonrisa con los dientes blanquecinos fue inevitable esconderla.

Too Sweet -ChanLix-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora