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Chan temía por lo que había hecho, aunque Felix estaba al borde del pánico al ver lo que había dejado sobre la piel de su novio. Lo acompañó hasta el servicio donde el más alto acarició una pequeña marca que ya se había creado sobre su clavícula.

- Se parece a la que tiene tu madre - fue lo primero en soltar con su voz despreocupada, descolocando a Felix.

- ¡Te he hecho daño! - apoyó sus manos sobre el pecho del alfa, esperando porque aquella herida se curara lo más rápido posible.

- Creo que estamos en paz - Chan se hizo a un lado para dejarle ver su marca, que a diferencia del omega, era más grande y notoria.

No pudo formular ninguna palabra. Era más grotesca de lo que creía haber imaginado, pensando que en un principio sería una simple herida como cualquier otra. Sin embargo, no estaba espantado, era consciente que aquello reduciría su tamaño, pero siempre se mantendría vigente sobre su piel. Chan, al colocarse tras su espalda, movió hacia el lado contrario aquellos cabellos que ya comenzaban a llegar hasta su clavícula.

- Creo que deberíamos de ir al doctor - la voz del alfa le hizo volver a la realidad. Se le había olvidado completamente preguntar por el proceso de sanación a su madre, por lo que ambos se encontraban en el mismo punto de incertidumbre.

- ¿Crees que se llegue a infectar? - Felix, cansado de ver su reflejo desnudo, giró su cuerpo para enfrentar a su novio.

Con un poco de agotamiento debido a lo ocurrido hacía minutos atrás, sentó su trasero en el lavamanos. El calor había comenzado a escapar de él, pero Chan no tardó en acercarse con una tímida sonrisa. Sus labios, pidiendo permiso, descansaron sobre la misma zona afectada de su cuello, pasando la lengua por las zonas externas, temiendo por dañar aún más. El rubio no se había visto preocupado en un principio, no obstante, al sentir el músculo rosado sobre su piel, le hizo estremecerse. Compungiendo su ser a más segundos transcurrían. Y aunque no fuera dolor o picor lo que sentía, le desconcertaba de sobremanera las ansias que tenía por volver a tenerlo bajo de él. Sus manos se clavaron sobre los hombros anchos del alfa, volviendo a esconderse tras la pequeña mordida que había dejado sobre la piel pálida de su novio.

Chan, por su parte, no sabía cuándo había dejado de prestar atención a su alrededor, siendo embriagado enteramente por el aroma que no había parado de desprender el omega. Ya no se veía ningún atisbo de vergüenza, su boca ya no temía por hacerle daño, escuchando de fondo los suspiros que había comenzado a susurrar los labios delicados de su pareja. Sus manos bailaban acompañadas del ritmo de los gemidos que pronto hacían acto de presencia. Se le estaba haciendo una necesidad el sentir la piel de Felix.

Ambos parecían haber sido embriagados por la calidez del contrario, sin ser conscientes de lo que les envolvía. Así transcurrieron las horas, compartiendo caricias y besos fugaces, acallados por los labios del otro con ansias de saciar esa sed. Habían sido llevados a otra realidad, que no dejaba escuchar los teléfonos sonando, los automóviles y sus gritos, solo estando pendientes de las necesidades de su pareja. No podía determinarse como efecto del celo, porque no se estaba hablando de un exceso de libido, es haberse encontrado en un punto de la relación en que ambos querían estar tan cerca del otro como fuese posible, teniendo la seguridad de que no sería rechazado.

Asimismo, los días habían transcurrido sin ninguna variación entre ellos dos. Obviando el hecho que no habían salido de casa, y la comida había comenzado a escasear. Tres días y ya no habían más frutas o verduras con las cuales abastecerse un mínimo, pero ninguno quería dejar el hogar. Manteniéndose acurrucados con el otro, arropados por una manta que cubría sus cuerpos desnudos.

- ¿Es normal que no nos hayamos cansado del otro? - Felix jugaba con los rizos castaños de su novio, quien no abría sus párpados, disfrutando con más facilidad de las caricias proporcionadas.

Too Sweet -ChanLix-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora