Cynthia Porter. Ese era su nombre. Conocía a Cynthia Porter, había hablado con Cythia Porter, me agradaba Cynthia Porter. Tenía recuerdos de ella, claro que sólo unos pocos, pero aún así, seguían siendo recuerdos. Había estado como paciente en la institución. Había estado en la oficina de Lori para los controles mensuales.
El único problema es que no existía.
O al menos, para la Sra.. Hellman, no lo hacía. Recuerdo lo desconcertante que se había vuelto esta teoría desde hace algunos días atrás, cuando acudí a Lori para preguntarle si se suponía que Cynthia tenía que ser intervenida quirúrgicamente. Lori no parecía recordar a Cynthia, me dijo que se hacía mayor y que cada vez le era más difícil recordar a los muchos pacientes de la institución, así que esto era normal. Pero reivindicó que no había recomendado cirugía a nadie en la última semana. Entonces, ¿qué paso con ella?
Desde que Lori no sabía nada de esto, fui a la oficina de la señora Hellman para descubrir más información sobre la situación. Siempre me ponía nerviosa cuando hablaba con ella, no sólo porque era mi jefa, sino también porque era una persona intimidante en general, con su protectora actitud superior. Había sido sorprendida al verme entrar, y estaba mucho más sorprendida cuando le conté lo que sucedía. Le pregunté acerca del misterioso empleado y y acerca de lo sucedido con Cynthia, y esta fue su respuesta.
"El empleado que viste puede que haya sido Thomas, acaba de ser trasladado de la segunda planta. Es completamente inofensivo. Y por lo de esta chica, debes haberte confundido. Superviso todo lo que pasa en Wickendale, y como dijo Lori, no hubo cirugías la semana pasada. ¿Estás segura de que Thomas no entró ahí sólo? Puede que haya sido para conseguir suministros o alguna otra cosa." Su expresión era condescendiente y su voz me recordó al parloteo de una bruja.
"No, una paciente estaba con él. Es por eso por lo que estaba confundida." Le expliqué. "No se por qué habría de suceder esto y estoy preocupada."
La Sra. Hellman suspiró con molestia. "¿Cómo has dicho que se llama?" Preguntó.
"Cynthia Porter."
Tan pronto como dije el nombre, algo cambió. La cara de la señora Hellman destelló una expresión que no pude identificar. Puede que haya sido estrés, incluso preocupación. Pero un segundo después no había rastro de ninguna de las dos emociones, sus rasgos volvieron a ser fríos y duros. Permaneció en silencio por un momento, parecía deducir sus pensamientos, después me miró directamente a los ojos.
"Debes estar equivocada, Rose. No tenemos a ninguna paciente llamada Cynthia Porter."
Al instante, pude sentir mi ceño fruncirse en confusión por su sentencia. No puede ser cierto.
"Sra. Hellman, no pretendo tener un desacuerdo con usted, pero sí que hay una paciente con ese nombre. He hablado con ella antes. La acabo de ver hace algunos minutos."
La Sra. Hellman continuó discutiendo conmigo así como yo discutía con ella. Seguía negando la existencia de una Cynthia en esta institución, lo cual era una tontería. Describí cómo era Cynthia, tratando de darle un empujoncito a su memoria dispuesta a no prevalecer. Fuimos y volvimos, y traté de ser lo más cortés que pude con mi jefa, aunque mi paciencia se estaba agotando.
Eventualmente, recurrí a demandarle que busque por el nombre en sus archivos.
"Mire en sus archivos, su nombre está ahí; tiene que estarlo," dije. Y lo que hizo después me enfureció y me inquietó, todo a la vez. Realmente se había reído de mí, era una risa condescendiente de desdén, como si se hubiese estado compadeciendo de mí.
"Rose, querida, soy consciente de todo lo que sucede en Wickendale. Soy la supervisora, tengo ojos y oídos por todas partes. Conozco a cada uno de los miembros del personal, a cada uno. Y te puedo asegurar que no hay ni una sola persona aquí, llamada Cynthia Porter. Debes estar viendo cosas. ¿Te sientes bien?" Preguntó, sin pizca de preocupación en su voz.
