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— ¿Qué hago aquí? —susurró para si mismo, contemplando sus manos que tenían pequeños temblores.

Estaba en su habitación, en la que le habían asignado, a oscuras.

Su ojo derecho estaba completamente negro, como si de una cuenca vacía se tratase. Lágrimas negras salían de sus ojos y se deslizaban por sus rojizas mejillas.

No entendía el hecho de porque estaba allí.

Analizando; se daba cuenta que en verdad esa comida estaba caducada y fue tanto el impulso de su ser que generó una fagofobia en si para que luego tuviera anorexia. Podía entender todo ahora.

Apretó sus puños, haciendo que sus uñas hirieran sus palmas y saliera sangre de ellas.

Era algo estúpido estar allí. Quiso arreglar este problema por las buenas pero no pudo ni consigo mismo especialmente.

Azotó la puerta, saliendo de la habitación.

Sin que nadie anduviera por esos lares; agarró un extintor y, con su ceño fruncido, lo alzaba mientras tomaba impulso procediendo a correr y romper la puerta principal del "sanatorio".

Las alarmas se activaron automáticamente; USA sólo decidió correr, escapando de allí.

Después de unas horas corriendo y trotando llegó a su nación.

Recibió las noticias de golpe, ¿Qué Trump había hecho qué?

Se enojó tanto que le gritó al Presidente, le gritó tanto que Trump pidió que no lo degollara.

— ¡Señor! ¡Puedo arreglar lo, no fue mi intención! —rogaba, mientras estaba de rodillas frente a USA, suplicando por su vida. Y el aspecto de EUA no ayudaba en nada, era terrorífico.

— ¡¿Ahora me llamas "Señor"?! —le gritó de nuevo— ¡QUIERO QUE ARREGLE ESTO AHORA, TRUMP!

Trump no pensó dos veces y salió corriendo de allí. Casi una tercera guerra mundial, uff, que desdicha.

Acabaría con su economía, afectaría a su gente, afectaría a otros países importantes, tendría respuestas negativas en todos los aspectos. Era ridículo.

Así que con las pocas fuerzas que le quedaban; agarró un auto y se dirigió a territorio Iraní.

En su auto solo se hallaba el sonido de la radio, se escuchaba como su presidente pedía disculpas.

Llegó, dejó el auto en cualquier lugar de aquel desierto.

Se estremeció al sentir un arma tocando su espalda, procedió a alzar sus manos a altura de su cabeza.

Sonrió descarado el iraní— اوه ، ما اینجا چه داریم؟ همان ارباب آمریکایی حاضر¹ —rió suavemente.

USA sudó frío, pasó saliba.

— Vengo en son de paz, no dispares, necesito hablar —tembló al decir esto, con miedo a que disparara.

Irán bajó el arma e indicó que podía voltearse.

— ¿Hablar? Yo no tengo nada que hablar —hizo una mueca de disgusto cuando mencionó cada palabra.

— Mira, siento que mi presidente sea tan estúpido pero he venido a que no provoquemos alguna guerra, nos dejaría devastados; sólo mírame —señaló su cuerpo.

Irán lo comía con la mirada sobre todo su cuerpo, luego, su mirar, se posicionó sobre la cabeza del estadounidense; había una grieta que estaba llegando al ojo derecho del de 50 estrellas.

𝑨𝒏𝒐𝒓𝒆𝒙𝒚 «𝑹𝒖𝒔𝑨𝒎𝒆»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora