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El príncipe con el corazón sangrante y el funeral de las flores falsas

Eran las ocho de la mañana cuando me encontré con la inesperada presencia de Austin. Estaba en la puerta de mi apartamento mirándome con una expresión entre apenada y triste. Yo, que aún me encontraba en pijama, le dejé pasar.

No pude evitar registrar cada detalle de él mientras lo observaba. A diferencia de como lo veía siempre, con sus trajes caros y perfectos, el día de hoy lucía unos sencillos vaqueros algo desgastados y un suéter azul oscuro.

Pero lo que asombraba más era ver su cabello en un total desorden. Apuntando hacia todos lados me daba el impulso de que querer acercarme a acomodarlo.

—Lamento llegar sin avisar —dijo él con las manos en los bolsillos de su pantalón. Lucía inseguro, como si esperase mi rechazo.

—No te disculpes —respondí rápidamente con gesto restándole importancia. Después de todo, era bueno que el hijo del presidente confiara en mí ¿cierto?

Él asintió levemente mientras se sentaba en el sillón. Me acerqué cautelosa. Por sus expresiones, algo me decía que tenía malas noticias.

—¿Qué sucede Austin? —pregunté mientras me acercaba al sillón. Aquellos ojos color whisky me recorrieron.

Había cierta tristeza en ellos.

—El funeral. Mañana será el funeral de mi madre.

Me quedé en silencio. Sabía eso, sabía que el funeral se había atrasado debido a los análisis que debían realizarle al cuerpo sin embargo ver la tristeza plasmada en el rostro de Austin era diferente. Por primera vez veía a un Haspel lucir triste por la muerte de Andrea.

Ni siquiera el presidente se molestó en fingir.

Pero Austin se veía genuinamente triste. Así que me acerqué para consolarlo. Puse mi mano en su hombro y susurré:

—Lo siento mucho Austin.

Él miró hacia el piso. Apretando los labios con fuerza.

—Sé que es tonto.

—¿Por qué sería tonto? Ella era tu madre, es normal que te sientas así.

—No lo entiendes yo... Odio esto, no puedo verlo hacer un funeral para los medios. Para ganar simpatía de algo que perdimos.

Así que era eso. El hijo predilecto odiaba que su padre usara a su favor la muerte de su esposa para ganar simpatía de las personas. Sabía que James en cierta forma no demostraba amor por su esposa pero usar su muerte a su favor sólo lo hacía más sospechoso para mí.

—No quieres estar ahí —asumí.

Él negó.

—No, pero me veo obligado —puso sus codos en sus rodillas en un gesto de derrote. Jamás lo había visto así. Me senté más cerca de él y hice algo que no estaba acostumbrada a hacer. Puse mis brazos sobre sus hombros y lo abracé. Fuerte, decidido. Él por un momento se quedó tan quieto que apenas parecía respirar, después se giró y me regresó el abrazo igual de fuerte.

Peligrosa Ambición | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora