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La visita de Jordan no era más que la misma presencia de Judas

James Haspel se había encargado de darme la información de todo el caso de Jordan. Así que aquel día estaba sonriendo porque no podía esperar para ver a mi némesis. Era casi como recibir un regalo con antelación. Me puse un traje negro y peiné mi cabello oscuro en una coleta baja. Al mirarme al espejo podía ver como mis ojos azules brillaban con cierta emoción.

La venganza bien se podía servir en un plato de oro y yo estaba hambrienta.

Al llegar a la dirección, solo tuve que decir mi nombre para que me dirigieran a la celda de Jordan. Bajé con un par de policías a un pasillo oscuro donde se alineaban todas las celdas. Llegamos al numero 712 y lo vi. Se encontraba sentado de espaldas a mi, viendo algún punto fijo de la pared. El policía que estaba a mi lado golpeó con rudeza los barrotes y sacó de su ensoñamiento a Jordan. Este volteó y vi como sus ojos negros me atravesaron.

No tuve tiempo de reaccionar cuando Jordan llegó tan rápido y sacando su brazo por los barrotes me tomó por el cuello. Sus ojos lacerándome con un odio y una furia muy distinta a la que siempre veía en él. El resentimiento y odio puro. Gemí de dolor y apenas podía respirar cuando uno de los policías logró golpearle la mano y me soltó.

Me eché hacia atrás y comencé a toser, intentando respirar y agarrar todo el aire que me fuera posible. Un policía se me acercó para preguntarme si estaba bien y asentí.

—Está bien, necesito un momento a solas — logré decir, ellos me miraron dudosos pero volví a insistir hasta que se fueron.

Jordan siseó y volvió a golpear los barrotes.

—¡Maldita perra!

Me aseguré de estar lo suficientemente lejos de los barrotes esta vez. Mi cuello aun dolía pero eso no me impidió darle una sonrisa triunfal.

—Te voy a matar —escupió cada palabra con odio, aquellos ojos parecían grandes pozos de agua negra. Tan amenazantes y a la vez inestables.

Me encogí de hombros.

—Si me dieran un dólar por cada que me dicen eso...

—Me incriminaste. No sé cómo lo hiciste, no se cómo llegaron aquellos papeles a mi casa pero sé que fuiste tú.

Me quedé en silencio, por mucho que quisiera restregarle en la cara mi logró si alguien estaba cerca podía escucharnos. Solo me limité a darle una sonrisa inocente y verlo como si acabara de perder la cabeza.

—No sé de que me estás hablando.

De nuevo se lanzó contra los barrotes golpeándolos con agresividad.

—¡Déjate de malditas mentiras Isobel!

—¿Es que no lo ves? Esto —dije en voz baja para que sólo me pudiera escuchar él —Esto te lo hiciste tu mismo.

Aquel odio tan profundo que profesaba hacia mí era casi palpable en aquel pasillo oscuro.

—Mi familia...tengo una familia...¡no puedes hacerles esto!

La mención de su familia pareció romperlo porque su voz de repente sonó entrecortada, como si apenas pudiera decir la palabra sin dolor. Parte de mí siempre supo que había una familia pero ¿quién había sido el que provocó aquello?

Su familia solo eran daños colaterales.

—Debiste haber pensado en ellos antes de hacer esto. Supongo que tu egoísmo llegó muy lejos.

—¡¿De qué mierda hablas?! ¡Yo no hice nada! ¡soy inocente!

—Deja de mentir Jordan y de mentirte a ti mismo. Esto es justicia divina y ambos sabemos que no eres la víctima aquí.

Sus manos sostuvieron con tal fuerza los barrotes que sus nudillos se veían blancos.

—Soy inocente, tarde o temprano saldré de aquí y cuando lo haga, voy a matarte Isobel White. Es una promesa. Eso si es que sigues viva después de lo que hiciste.

Alcé mis cejas mirándolo con curiosidad. ¿A qué se refería?

—Quizá hayas convencido al hijo del presidente siendo su puta pero ¿de verdad crees que tus mentiras van a durar mucho? Tarde o temprano descubrirán la clase de víbora que eres y aquel reino de mentiras se va a caer cual castillo de papel y cuando eso pase, la cárcel va a parecer demasiado misericordiosa para ti. Y yo estaré ahí para verlo.

***

La tarde pareció mucho más eterna para mí mientras las palabras de Jordan resonaban. <<Tarde o temprano descubrirán la clase de víbora que eres y aquel reino de mentiras se va a caer cual castillo de papel y cuando eso pase, la cárcel va a parecer demasiado misericordiosa para ti.>>

No pude dejar de pensar en que si cada una de mis mentiras caía, la forma de venganza de James Haspel no sería ni de cerca como la de Jordan. Sabía perfectamente de lo que aquel hombre era capaz. Y Jordan tenía razón al decir que la cárcel sería demasiado misericordiosa para mí.

Agité mi cabeza intentando alejar aquellos pensamientos.

Era obvio que Jordan quería meterse en mi maldita mente e infundir miedo. Debía confiar en mi plan, aferrarme a él con fuerza y no dudar.

Al llegar a la propiedad de Andrew me detuve unos segundos. Nuestra última conversación no había ido bien pero quería enmendar las cosas, hacerle ver que todo esto era por una buena causa. Alcé mi mano para tocar la puerta pero unos gritos en el interior me detuvieron de hacerlo.

La estridente voz de Gwen decía:

—¡Maldita sea Andrew! ¿En qué te metiste?

—No es nada, escucha, de todos modos ellos no saben. Nadie me vio, ni siquiera Isobel.

Me acerqué a la ventana y me asomé un poco al escucharle mencionarme. Ambos estaban en la sala uno enfrente de otro con sus rostros una tanto acalorados por la pelea. Gwen miraba a su marido con preocupación.

—Andrew tu eres el encargado principal de la investigación de ese asesinato. ¿Cómo crees que se verá que descubran que la viste aquella noche que la asesinaron?

El rostro de Andrew permaneció pétreo. Negándose a mostrar emoción alguna.

—Si ella...si esa niña descubre...

—Ella no me acusaría —la interrumpió él con dureza. Gwen lo miró como si se hubiese vuelto loco.

—¡¿Perdiste la cabeza?! Esa muchacha no es de fiar Andrew, te lo he dicho muchas veces.

Él negó.

—Sé que es ambiciosa pero también sé que ella no haría esto.

—Oh Andrew, ¿aun tienes fe en ella después de lo que descubriste?

—Si, la tengo. Quizá no esté de acuerdo con...sus métodos para conseguir las cosas pero sé que ella no caería tan bajo.

Su esposa suspiró sin poder dar crédito a lo que Andrew decía. Yo me quedé helada viendo como aun me defendía. Casi podía sentir mi frío corazón latir ante sus palabras. A pesar de todo, él aun creía en mí. Sin embargo, al mismo tiempo sentía ahogarme con esta nueva información.

Andrew había visto a Andrea Haspel el día de su muerte y la interrogante era: ¿por qué?







Peligrosa Ambición | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora