🌼5

251 18 6
                                    

Carlos
-Tienes una cara preciosa, tus ojos son incomparables y tus labios deliciosos dije cuando volvimos a separarnos por la falta de aire, ella toda hermosa solo sonría y se sonrojaba, con mi mano izquierda recorría sus pechos y los apreté con un poco de fuerza, solo para excitar la aún más, y un poco para mi placer.

Macarena
-Carlos!!! gemi el me estaba llevando al cielo, con sus caricias que parecían fuego, que incrementó al tomar mis pechos, entre sus manos, una corriente de emoción y sensaciones recorría mi cuerpo, no quería que esto terminara.

Carlos
-Eres hermosa le dije, me retiré por un momento, para despues dar una embestida más profunda, el placer fue inmenso, y ella lo corroboró con otro maravilloso gemido en mi oído, tras tres embestidas acompañadas de sus jadeos, comprobé que no conseguía penetrarla bien a fondo, así que con delicadeza tomé ambas piernas, ella entendio lo que quería hacer, así que las cruzo en mi cadera, alcé todo su cuerpo y me dejé caer sobre ella,  mi miembro hacía tope en su interior, nuestros sexos encajaron a la perfección.

Macarena
-Aaaaaaaaahhhhhh, sentí como el entraba tan profundo que podía romperme, si así lo quisiera, mis labios encontraron los suyos y mi lengua comenzó a explorar su cálida boca, nos besamos desesperadamente, comiéndonos la boca mutuamente, yo revolvia su cabello, -Eres magnífico, dije eso hizo que me dirigiera una sonrisa engreída.

Carlos, succioné su labio inferior, y separé mi cara mirando sus profundos y fascinantes ojos, ella desviaba la mirada avergonzada, sus mejillas se ruborizaron, era hermosa hasta cuando estaba apenada, sonreí y ella me dirigió una sonrisa coqueta, con cada caricia que intercambiavamos, una sonrisa se dibuja en nuestros labios, nunca antes me había ocurrido algo similar, antes solo era sexo, sin emoción, sin felicidad, como la que estaba experimentando con ella, era la primera vez que realmente estaba haciendo el amor, y con una  mujer tan hermosa.

Macarena, clave mis uñas en su espalda, talvez más fuerte de lo que debía, pude sentir como se estremeció, yo solo me avergonze más, talvez fui demasiado lejos, solo espero que no le queden cicatrices, pero es que verdad lo estaba disfrutando.

Carlos, sus rasguños me demostraron que de verdad la estaba pasando muy bien, rápidamente le susurré, lo que yo quería hacer, -Cabalga sobre mi, y moviéndome hábilmente ella quedo encima, empezó a mover sus caderas con el ritmo que le marcaban mis manos mientras acariciaba sus nalgas,dándome un maravilloso placer que se intensificó cuando se incorporó quedando su cuerpo perpendicular al mío, sus pechos se balanceaban con cada cabalgada ofreciéndome una imagen deliciosa, así que mis manos subieron por sus caderas, recorrieron su cintura y terminaron sobre esos redondos pechoz para amasarlas a mi antojo.

Macarena
-Así, ahh, así..Carlos....

Carlos
-Eres maravillosa!!!!, su espalda se arqueó y sus brazos se echaron hacia atrás para poder sujetarse, y con la cara vuelta hacia el techo, yo lo tenía tan oprimido que sentía los espasmos previos al orgasmo pero era incapaz de correrme, la presión de su vagina, me lo impedía, hasta que un poco después, tras unas cuantas embestidas más, me corrí con furia, ella dio un gran grito de satisfacción, he inmediatamente cayó rendida y casi sin aliento sobre mi pecho, descansando su rostro en mi hombro, intentando poder recobrar el aire, estábamos sudados, agotados, y por demás complacidos,  no todos los días haces el amor tan delicioso.

Macarena, podía sentir como su corazón latía muy rápido, a igual que el mío,
Carlos salió lentamente de mi, me envolvió en sus brazos, y me quedé profundamente dormida, estaba por demás agotada.

Carlos, ella se quedó profundamente dormida, la abrace con más fuerza  reclamandola como mía pues después de esta fascinante experiencia no la dejaría ir nunca, la admire hasta que el sueño me venció.

Mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora