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Capítulo | 28

«JungKook»

Cuándo tenía quince años, era un chico introvertido incapaz de hacer el intento por interactuar con las personas que se encontraban a mi alrededor. El primer día de clases en que llegué a mi nueva escuela —sí, ese jodido primer día; el mismo en el cuál sentía esas náuseas y nervios, provocando que mis manos sudaran— hace un par de años atrás, ella apareció. Ja, entre tantos alumnos, justamente debió ser una chica linda, la típica chica en modo protagonista en su vida. Ella ofreció a darme clases de matemáticas por un tiempo, iba atrasado en esa asignatura, así que se dispuso amablemente. Para mi en ese entonces era totalmente extraño mantener comunicación con las personas, pero con ella podía entablar conversación. Se volvió cómo una amiga o algo parecido, aunque habían dos años de diferencia en cuanto a edad. Me dedicaba a observarla en silencio, admirandola y cada vez que lo hacía sentía un afecto hacia a su persona, me atraía.

Se sintió... Lindo aquello.

Con el pasar del tiempo, la mayoría de encuentros habían risas, conversaciones banales. Había conseguido mi confianza y eso era muy extraño.
Era una chica completamente tierna, linda y muy divertida. Lo que más me gustaba al mirarla eran sus pecas y ojos grisaseos, como un día nublado.

Todo estaba bien entre nosotros, estaba listo para decirle lo que realmente sentía y qué con el paso del tiempo fluyó en mi, sin embargo, lastimosamente, se tuvo que ir de la ciudad ya que sus padres se divorciaron. Ella me gustaba o me enseñó a comprender el significado de la palabra en sí; pero no dije nada. Mi yo interno me lo impedía sólo por el hecho de que no quería hacer más difícil la despedida. Y qué probablemente mis sentimientos no fuesen correspondidos.
Me despedí, sin siquiera atreverme a decirle mis sentimientos. Estaba seguro que no la iba a volver a ver. Y tuve razón.

Sé que a pesar de eso quedó una bonita amistad entre nosotros.

Minha.

Es extraño recordar lo que no se pudo conciliar para ese momento, pero aún así los recuerdos son lindos, carecientes de amargura.
Sólo me lamento no haber podido ser más directo.

Mi vida amorosa siempre estuvo cargada en el lado contrario de la balanza, mientras la otra parte estuvo elevada en lo alto, yo siempre permanecí en la parte baja.
Luego de lo de Minha y de lo vacío que me sentí por su partida, decidí no perder el tiempo con ese tipo de experiencias y emociones.

"Las relaciones sólo te hacen desviar innecesariamente."

Pensaba así, tenía otros objetivos, ahora los sigo teniendo sólo que cargar con ellos cada día se vuelve más difícil.

Además, hay una gran diferencia entre ser un chiquillo de quince años a ser alguien de dieciocho. Las personas pasaron de ignorarme a prestarme atención; permitiéndome ver que estás mismas son totalmente superficiales, debido a los acontecimientos del comienzo de mi adolescencia, me hicieron pensar así. Estaba tan... decepcionado.
Pero no es tiempo de pensar en esos acontecimientos justo ahora.

Me dejé caer sobre una banca, soltanto el aire de mis pulmones, como si con aquello pudiera relajarme y dejar de sentirme tan estúpido. Por muy escaso que haya sido mis intentos, funcionó.

Mi corazón palpitaba aceleradamente, mi respiración se contuvo un momento para luego votar el aire que había retenido en mis pulmones, en un intento por calmar mi pulso. Ni siquiera había corrido, y esque solo de esa forma mi corazón palpitaba de esa manera tan agitada. Esta vez, tan solo quedarme quieto observar como cerraba los ojos, a la vez que los míos caían en su labio. Aquello hizo que mi corazón se agitase.