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Capítulo | 4

Con ayuda de mi alarma todo ha transcurrido de maravilla, como he dormido bien en mi segundo día en mi ahora hogar, no he tenido que posponer la alarma a unos cinco minutos. Ésta mañana, Zoe intentó convencerme una vez más para ir a la dichosa fiesta de cumpleaños, como lo había supuesto, nuevamente hice oídos sordos y salí de casa con la excusa de que se me hacía tarde cuando en realidad tenía tiempo de sobra.

Llegué diez minutos antes de que el autobús escolar se apareciera frente al paradero. Cuando subo a este ya hay papeles volando de aquí y allá. Pongo los ojos en blanco al oír las risas alocadas del mismo grupo de chicos. Camino por el pasillo estrecho, hay pocos puestos libres y termino por sentarme junto a un chico que al parecer iba dormido, aunque le cayeron dos bolas de papel aun así no despertó. Negué para mi misma y saque mi móvil para cambiar la música atrayendo mi atención el mensaje de mi hermana que me ha escrito a noche. Opté en no leerlo, ya me imaginó de que se trataba.

Ya llegando a la escuela, en el momento en que estaba por bajarme del autobús observó al chico que estaba a mi lado y aún no despertaba, sin preámbulos lo muevo levemente un par de veces hasta que despierta, me voy rapidamente y me bajo del autobús.

Camino por el estacionamiento mirando a mi alrededor, veo que algunos estacionan sus autos, algunos estan sentados sobre el capo de este, bromeando y otros simplemente esperan para entrar al establecimiento cuando el timbre suene. Algunos del equipo de basketball juegan en el estacionamiento lanzándose el balón de un lado a otro. Por suerte a mi aún no me ha llegado ningún golpe con el balón, a la que si, fué a una chica que iba despistada. Todos se ríen de ella.

Cuando rebusco en mi casillero mi libro de matemáticas maldigo en mi mente por ser despistada y haberlo dejado sobre el escritorio en mi habitación. Solo espero que el profesor Samuels aún este enfermo, no quiero clases de matemáticas hoy.

—Toc toc —Loyd da golpecitos en la puerta de mi casillero —¿Hay alguién en casa?

—Hola Loyd.—cierro mi casillero y comenzamos a caminar por el pasillo. —Al parecer has llegado más temprano.

—Si, aunque he tenido que posponer la alarma unas tres veces, estoy aquí antes de que el maldito timbre suene.—masculla irritado —Además tendre un exámen con el señor Gorgory y ya me tiene en la mira, debia llegar temprano de todas formas —se encoge de hombros —adivina qué es lo que me ha pasado ayer.

—¿Él novio de Tiff te ha dejado encerrado en el baño otra vez? — intentó no reír, parece que acerté.

—Es un imbécil —espeta con los dientes apretados —, algún día lo encerrare tambien, lo prometo.— sentencia, acomodandose las gafas. Aúnque sé muy bien que el novio de su hermana tiene pinta de ser un chico malo, vaciló en creer que Loyd sería capaz de hacer lo que ha prometido, mis probabilidades son bajas. Además esta más que claro que le tiene miedo.

—¿Lo harás? —pregunte no muy convencida. No me imagino a Loyd con un moratón en sus pómulos o el labio ensangrentado, menos sus gafas rotas. Tampoco me gustaría que pasará —No te metas en problemas, en realidad, no hagas ningúna estupidez Loyd —él me sonríe y aprieta mi mejilla, me aparto rápidamente.

El timbre suena y separamos caminos. Ya estando en mi clase de matemáticas, el profesor se presenta —cosa que no quería que pasara —con un exámen sorpresa después de unos días fuera de esta escuela. Los números al parecer son un tormento para todos.

Miro al profesor cuando deja el exámen en mi mesa, pareciera que se estuviese riéndo en mi cara, doy un largo suspiro cuando veo el contenido de la hoja. Hace unos días atrás le había pedido a Loyd que me enseñara matemáticas, pero veo que todo lo que me ha enseñado va desapareciendo a medida que leo los problemas matemáticos.