Capítulo | 13

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—Kim, ¿quisieras fingir siquiera que te agrada estar aquí?

Observó a mi alrededor, en vez de mirarla directamente a los ojos. Estaba haciendo como si nada estuviera pasando, como siempre, fingiendo que estoy interesada con el ambiente del lugar.

Mi madre estaba fascinada observando el lugar hasta que sus ojos se cruzan con los míos. Le regalo la sonrisa más falsa que tengo y ella lo nota, dando un bufido apartando su vista y pasándola nuevamente por el espacio.

Mi tía Katherine a llegado a la ciudad, ni siquiera se podría decir que de visita, más bien, solo por trabajo, que justamente estábamos en uno de sus lugares laborales.

Veo a mujeres, altas y delgadas, de caras bonitas donde quiera que de un paso aquí. Si fuera un chica más interesada en el asunto del modelaje, hasta podría haberme sacado una foto con alguna fémina de aquí o algo por el estilo, porque parecen de esas modelos sacadas de alguna revista o de las mismísimas modelos de Victoria's secrets.

Además no quería venir y presenciar como elogian a las modelos. Pero, mi madre me obligó, prácticamente. Mi tía, no tiene mucho tiempo que digamos, su agenda está muy apretada o eso es lo que dicen las personas de alguien que ni siquiera puede tener una relación amorosa, ya que su trabajo se lo impide. Según mi madre, la tía Katherine quería verme, me echaba de menos y así que, aquí estoy, por muy raro que me pareció cuando me lo ha dicho.

—¿Como me queda? —la voz femenina ,interrumpe mis divagues. Me giro levemente hacia donde provenía la voz. Agrande mis ojos con sorpresa al ver una mujer con lencería un poco reveladora. Aparto la vista un poco incomoda, escuchando como mi madre y demás personas, decían lo espectacular que le quedaba aquella prenda.

Falte a clases, ¿para esto?

Cuando le comente por la mañana a Loyd que vendría a un lugar así y que sería el motivo por el cual faltaría a clases, lo primero que me dijo, más bien grito por el móvil con una evidente emoción en su voz; fue que tomará fotografías, no al lugar, a las modelos. Por supuesto que no lo haré.

El centro de modas estaba repleto y antes de que comenzará el desfile, veo a mi tía Katherine caminar hacia nosotras. Hasta su manera de caminar me resultaba profesional, tenía el mismo aire de mi madre aquel que es impecable, enérgica. Los años no le han jugado en contra, para nada. La hermana menor de mi madre estaba frente a nosotras. Esta vez se veía distinta, muy distinta a comparación de la última vez que la vi, exactamente cuando tenía catorce años. Su cabello ya no era largo y  castaño, ahora lo llevaba corto hasta más arriba de los hombros y lo tenía de color anaranjado que me hace recordar a una zanahoria. Quiero soltar una risotada por estar comparando el color de su cabello, me contengo. Si me rio en este momento, me veré bastante extraña.

—¡Kim! —exclama abrazandome tan fuerte de lo que puedo tolerar. ¿Me quiere asfixiar? Porque lo está logrando. Le doy unas palmaditas en la espalda. Se separa y me mira de arriba hacia abajo —Que grande estás ya no eres tan pequeña, eh —sonrio sin decir nada. La última vez que la vi fue hace tres años y nunca mostró una muestra de afecto como el abrazo que me acaba de dar. Además, que en estos tres años todo puede cambiar, hace años atrás era una pulga, ahora tengo una estatura normal, eso creo.

—Tanto tiempo —sonrió incomoda. Sus orbes me miraban algo extrañada, espero que no se de cuenta de mi incomodidad. Y para solucionar el asunto, añado —: te ves bien...

Genial, Kim.

—Gracias, tú te ves muy bien, igual de bella que tú tía Kathe —me da un último abrazo, con menos presión que el anterior y agradecí internamente por eso. Se separa de mi y saluda a mi madre con un abrazo el cual ella corresponde de forma inmediata.

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