14 | inseparables.

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Una dura verdad entre ambos es que estaban hechos para el otro, cada medida de sus cuerpos se complementaba con el ajeno

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Una dura verdad entre ambos es que estaban hechos para el otro, cada medida de sus cuerpos se complementaba con el ajeno. Los labios gruesos de YoungJae chupaban a los delgados de JaeBeom hasta inflarlos como los propios, mientras que las grandes manos del mayor encajaban perfectamente en su cuello para acunarlo y presionarlo para poder sentirlo mucho más. Los espacios para respirar eran mínimos, apenas permitían que sus ya débiles pulmones atrapasen un poco de oxigeno antes de volver a estamparse contra el otro.

Cada vez que se juntaban, una explosión indescriptible detonaba en sus estómagos y quería eso. Jamás habían estado tan seguros de algo hasta que sus cuerpos tropezaron gracias a las muletas tiradas en el piso. JaeBeom fue el primero en caer y por milagro amortiguó el aterrizaje de YoungJae, incluso si eso lo lastimo más a él.

El menor se sostuvo de sus manos, posicionándolas a la altura de sus hombros y observando fijamente el rostro de JaeBeom. Éste tenía sus ojos cerrados, lidiando con un mareo provocado por el golpe que la parte trasera de su cabeza, esperando a que las estrellas dejen de brillar en sus parpados cerrados y después abrirlos para encontrarse con los ojos curiosos de YoungJae.

Maldita sea, él era un desastre.

Desde su cabello revuelto por todas las veces en que jugó con el, el tinte carmesí que colorea su rostro y orejas, como jadea con los labios completamente abiertos e hinchados. Incluso puede sentirse intimidado por la atractiva manera en que presiona sus brazos para sostenerse y espera a que JaeBeom diga algo porque no puede hablar por si mismo, por la forma en que parece lucir como si quiera gritarle y traga una gran cantidad de saliva repentina. Su forma natural de odiarlo es adictiva.

Pero, sus ojos de cachorrito asustado lo regresan a la realidad. Porque eso es YoungJae, aún si está encima suyo y con toda la intención de hacer algo más. Probablemente desconocía la existencia de un siguiente paso y por ello, lo miraba en busca de ayuda.

Cuando su mano atrapa su mejilla, YoungJae se restriega contra su palma lentamente.

—A veces eres un dolor de culo. —susurra— Y otras veces eres un ángel.

Resopló.

—Nos besamos.

JaeBeom asiente, haciendo su boca una perfecta línea recta para no reír por la tontería que acababa de soltar.

—Lo noté. —responde simplemente,aún con su mano acariciando la mejilla de YoungJae y éste meciendo su cabeza al mismo ritmo.

—¿Ahora qué?

—No lo sé. —nunca pueden adivinar que pasará después.

—Esto está mal.

Por un momento cree que se alejará, toma impulso para incorporarse, pero en realidad solo se dejó caer encima de sus piernas. JaeBeom se apoyó de sus codos y lo miró cruzar sus brazos.

―al final se quedan juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora