28 | Inquebrantables

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Kunpimook se encuentra más que confundido cuando vuelve al siguiente día a la escuela y todos sus amigos mantienen caras largas, literalmente

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Kunpimook se encuentra más que confundido cuando vuelve al siguiente día a la escuela y todos sus amigos mantienen caras largas, literalmente.

Por ello, se estira hacia el puesto de YuGyeom.

―¿Soy yo o todos andan sombríos hoy?

El castaño niega, sacudiendo su cabeza de la forma tan bonita como solo él puede hacerlo.

―Yo estoy feliz, así que creo que no son 'todos'. ―hizo comillas con sus manos.

―Si, pero YoungJae parece que va a ponerse a llorar en cualquier momento.

No exageraba, el mencionado se encontraba acostado sobre su pupitre, vagamente escribiendo lo que él maestro dictaba pero haciendo pausas tan largas, que le hacía descartar las dudas sobre si había perdido alguna letra. YoungJae apretaba sus ojos, sacudía su cabeza y luego dejaba un largo espacio en el cuaderno para continuar.

―Y Jackson parece que va a matar a alguien.

Por su parte, el chino no le había dirigido la palabra desde que llegó y fue un hecho al que no le tomó tanta importancia. Jackson podía ser tan tranquilo como YuGyeom, pero una vez que se enojaba, lo mejor era darle su espacio antes de que se volviese explosivo.

―Y el equipo de fútbol no deja de mirar hacia nuestra dirección.

JaeBeom, por su parte, no se incluía en esa lista. De hecho, por primera vez en años se había sentado varios pupitres hacia en frente de distancia, haciendo que sólo vieran su espalda. Mientas, el resto de sus amigos que pensaba que siempre se encontraban detrás de él no quitaban su vista de ellos. Comenzaba a sentirse incómodo de tener las miradas encima, aunque no fuera para él sino para YoungJae.

¿A menos...?

Kunpimook echó un vistazo hacia el maestro, quién estaba ocupado escribiendo en sus carpetas. Tomó la oportunidad a penas la visualizó, gatear en el suelo hasta estar del otro lado del asiento de YoungJae, donde no era visible para el maestro. El mencionado ni siquiera lo notó, continuaba intentando escribir.

―Choi, mírame. ―tiró de su pantalón para llamar su atención. De manera muy lenta, el pelinegro se voltea― ¿Qué pasó?

YoungJae tragó saliva y sacudió su cabeza.

―Lo mismo de siempre, ¿para que lo preguntas si ya lo sabes? ―el tono ácido en su voz era común, pero el cansancio con el que pronunció aquellas palabras fue algo nuevo, preocupante para el tailandes.

Kunpimook parpadeó, observando como su amigo enjuagaba sus ojos contra su mano. YoungJae soltó una maldición ante su problema siendo extremadamente emocional, recibiendo miradas de los demás estudiantes. Fue breve, la expresión del chico era espeluznante y jamás lo habían visto tan enojado como en ese momento.

Pero, Kunpimook sí. Podía distinguir el dolor en sus ojos y como apretaba tan fuerte sus manos, que pequeñas marcas rojizas se creaban en sus palmas. No eran provocadas por su rabia, sino como una distracción de sus emociones. Golpeó su muñeca para detenerlo, sus dedos tiemblan cuando dejan de lastimarse.

―al final se quedan juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora