2O | imposibles.

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—¡YoungJae, te buscan!

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—¡YoungJae, te buscan!

El nombrado detiene su lucha para arreglar los diminutos botones del cuello de la camisa y mira hacia la puerta, confuso.

No recuerda haber invitado a alguien a su casa, mucho menos recibir algún mensaje de sus amigos avisándole que pasarían a visitarlo. En realidad, ¿quién en su sano juicio iría a verlo a las seis de la mañana de un sábado?

Al segundo llamado de su madre, ya estaba bajando las escaleras vestido con el respectivo uniforme que debía utilizar, añadiendo una chaqueta abrigadora encima. Además de atar su mechones en un moño que su madre observaba de forma desaprobatoria, pero nada haría que se cortara el cabello. Ya era todo un logro para él demostrarle a sus compañeros que el código de apariencia era una estupidez, aunque ya la maestra de literatura lo hubiese amenazado de raparlo frente a toda la escuela si aparecía con su moño el lunes, pero no sentía ni una pizca de miedo.

Estaba haciéndose en los pantalones del terror, pero más angustia le causó ver a YuGyeom y sus padres en su sala de estar.

Girando hacia su propia madre, finalmente entendió porque parecía querer asfixiarlo.

Tragó saliva.

—YuGyeom es un buen chico. —fue lo único que se le ocurrió decir, formando una incomoda sonrisa al final.

Los padres de su amigo parpadearon, mientras que el mismo le devolvió la sonrisa de manera muy amplia y escuchó a su madre palmear su frente.

—Cariño, los padres de Gyeom vinieron a traer a su hijo ya que ustedes decidieron reunirse para hacer un trabajo importante para la escuela. —YoungJae se enfocó en su madre, la cual se posicionó en su lado como manera de esconder su impresión por lo que acaba de decir— Y ellos querían hablar conmigo, porque, por supuesto, fue muy repentino para todos.

Podía escucharlo en su tono, le estaba pidiendo una explicación que lamentablemente no tenía. Estaba tan sorprendido y perdido como ella, esforzándose tanto como puede en no lanzarle una mirada asesina a su amigo.

—Entonces, mamá...—YoungJae colocó su brazo encima de sus pequeños hombros— Como es una charla de adultos, los jóvenes nos iremos a la habitación a esperar, ¿Sí?

La mujer lo miró sorprendida y molesta.

—¡YoungJae!

—¡Sí, mamá! Es una charla de adultos, definitivamente debemos dejarlos solos. —besó cariñosamente su mejilla, aunque esto no eliminara su expresión que le indicaba que lo mataría apenas estuvieran solos— ¡YuGyeom! Por favor, vamos a mi habitación para esperar a que los adultos hablen.

El menor asintió y con rapidez, se alejó de sus padres para posicionarse al lado del pelinegro, el cual agarró con suficiente fuerza su brazo para hacerle chillar de dolor. Pero a) ¿quién lo obligó a traer camiseta con telas tan delgadas? y b) ¿quién le dijo que aparecerse de esa forma en su hogar seria un buen plan?

―al final se quedan juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora