D I E C I O C H O 💌
— Vamos— Ruega Bastian haciendo un adorable puchero —; Será un lindo atardecer juntos ¿Si?—
No pienso rechazarlo, solo me hacía la difícil.
— De acuerdo pero...—
— Pero...
— No me dejas pensar con esa cara— Sonrió sin darle mucha importancia a mí petición — Me compras un helado—
— ¿Enserio? ¿Un helado? Se que puedes hacerlo mejor—
— Déjame en paz. Fue lo primero que de me ocurrió— Bufo rodando los ojos
El sonríe abriendo la puerta del auto para mi.
— Eres una pequeña niñita de cinco años que fue fundida en un sexy cuerpo de veintitantos— Comenta cuando enciende el auto — Que debo decir, a cualquiera da calor, y se que me entiendes—
— ¡Oh demonios! No quería saber de tu y tu entrepierna — Intento hacer un drama pero termino riendo.
— Shh, será nuestro secreto pequeña saltamontes— Ronronea mientras gira el auto, me dedico a burlarme de sus apodos.
Es realmente ingenioso.
— Voy a por tu helado ¿De que lo quieres? — Pregunta con una pierna fuera del auto.
— Chocolate con menta—
Bastian me da una sonrisa extraña antes de ir a por el helado.
Me siento algo fuera de lugar.
Con una sensación de que algo va a ocurrir. No sé si es bueno o es malo, pero lo siento.Antes de que la tormenta llegue, aborda la calma, decía mi papá siempre, y yo lo creo.
No sé a dónde me lleva, pero estoy segura de que será impresionante.
Escucho a Bastian entrar al auto y tenderme una bolsa de de papel con lo que me imagino, son los helados.
— Eso fue rápido—
— Ser dueño de una cadena de empresas, incluido una franquicia de helados, te da ciertas prioridades— Agregá conduciendo de nuevo.
Es verdad, lo había olvidado. Su trabajo.
Siempre me ha parecido familiar aún que no se porqué, tal vez por alguna revista o noticia de radio, quien sabe.
Tal vez solo termine de volverme loca. El trabajo, la renta, Kellan, Bastian y terminar mis lazos con Christophe, terminarán por fundir mi cerebro.
💌
Me siento un tanto mareada por el olor a Amoniaco y antiséptico, claro que la constante punzada en mi cabeza tampoco colabora.
Necesito llegar a esa habitación cuanto antes. Estoy asustada y adolorida.
Corro a tropizones, escaleras abajo. Tal vez cerca de la emergencia.
Leo los letreros azules con blanco en las paredes. Siento que voy a vomitar, tanto por el olor como por el impacto.
Esto es como un laberinto sin salida. A mi derecha está la sala de oftalmología, no. Me arrastro por el pasillo un poco más observando a mí izquierda la sala de rayos X's, no. ¡Mierda! Corro un poco más con mi adolorida rodilla exigiendo que pare, observó la sala de partos urgentes, menos esa.
Corro más por el pasillo y mi cuerpo exige que pare. Me siento en el piso sollozando, es como si nunca pudiera llegar, como si no pudiera verlo.
Mi pecho está comprimido dolorosamente y llorar solo lo empeora. Solo deseo que todo pare, que me digan que todo esto es una gran mentira o una broma de mal gusto y ver que esté bien. Pero no es tan sencillo. La vida nunca me la deja fácil.
El camino no nos da un obstáculo que no podamos superar ¿Cierto?
Levanto mi rostro para evitar el chorreado de mi nariz.
Entonces es como si todo se aclarara, como si la nube densa de humo se dispersara. Lo veo y quiero llorar de felicidad, la sala de Observaciones/Traumas.
Corro tambaleante dentro y es una cosa algo bastante impresionante. En el interior todo es un completo caos, pero no me importa. Grito su nombre una y otra vez sin obtener respuesta.
Mujeres desgarbadas llorando a moco tendido, niños gritando mientras enfrentan el dolor, hombres agónicos y enfermeras y doctores corriendo sin parar. Que desastre. Grito una vez más su nombre con todas mis fuerzas.
Mi voz falla al igual que mi vista, es algo borrosa y doble. Tengo miedo. Cierro los ojos unos segundos y los vuelvo abrir.
Soy empujada por una enfermera con un hombre en una camilla. Tiene un tubo grueso saliendo de su garganta, cables que van de máquinas pasta su pecho. Sus dos brazos están ocupados por las intravenosas, una con un suministro de sangre y otra con un líquido transparente. Quiero vomitar por la horrenda escena.
Una de las enfermeras de encarga de presionar la gran herida en el abdomen del hombre, justo entre las costillas.
Entonces reparo en su cara. No puedo evitar llorar desconsoladamente. Es el.
Solo tiene un vendaje en la cabeza, sin rasguños ni moretones a excepción de un hematoma en su pómulo izquierdo y una pequeña fisura en su labio inferior.
— ¡Familiares del señor! — Grita la enfermera que me empujó hace unos minutos atrás mientras analiza la sala.
— Soy... Su esposa— Miento rápidamente, no lo dejaré, no ahora.
— Su esposo, el te salvo la vida, dulzura. Haremos todo lo posible por el. Mientras tanto llena el formulario de ingreso con ella — Explica la morena apuntando a una mucho más joven a mí lado —; Es un guerrero y dijo, algo de asegurarse de que estuvieras bien antes de quedar inconsciente. Es todo un héroe sin capa— Sonríe antes de irse tras una puerta.
Tiene razón. Es todo un héroe.
Mi héroe.
— Vamos a que te sientes por allá, llenas el formulario y luego te revisaré. No te ves nada bien — Informa la joven enfermera mié tras me toma del brazo y me ayuda a sentarme. Asiento analizando todo.
Gimo de dolor cuando mi columna toca el frío metal. Pero necesito estar bien, para el.
El me salvó. Sollozo ante las palabras de la doctora que se fue con el.
Dios mío, como quiero una máquina del tiempo en estos momentos.
Mi estado físico y emocional están completamente agotados.
Solo doy un bulto andante de huesos, órganos y sangre. Que no sirve para nada, no pude evitar la catástrofe de hoy. Pero puedo ayudar a calmar las aguas, cuidando a Bastian.
Debería llamar a los chicos y hacerles saber que no llegaremos esta noche a casa. Pero me temo que solo los preocuparía.
💌🌻🥀
1/3.
Para entender el capítulo 18 debes leer el capítulo 19.
Que lo disfrutes.
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Cartas De Tu Desconocido
DragosteBonnie Lidieth Graves, una mujer apegada al recuerdo de su padre y destinada a ser la sombra de su novio, la pasa mal económica, física y mentalmente. Comienza a recibir cartas de un inesperado "Desconocido", que da un giro a su monótona vida. Conoc...