16| Оscυrо

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-Vamos, no va a ser mucho tiempo -el chico se movió entre el mar de personas, en aquella casa.

- Eso espero -a pasos un poco perezoso e incomodo por la sensación del pantalón pegandose a su cuerpo como si fuera una segunda piel. Se sentó en el taburete cerca de la barra de licor dentro de la casa.

El chico alto de rasgos americanos batía un vaso grande de aluminio, y vertió el contenido en cuatro vasos de cristal; el mismo chico le acercó un basó, que al parecer fue la escusa para acercarse a la chica a su lado.

De un solo trago se tomó el líquido, la sensación quemante, pero a la vez un poco ácida bajo por su garganta.

Lástima que su resistencia al alcohol fuera mínima, y con una pequeña pero loca sustancia en su bebida. Las situación se volvía un poco turbia.

Con la mirada borrosa y a pasos tambaleante, subió por las escaleras agarrándose del pasamanos, en busca del baño.

Pero con lo que se encontró fue lo contrario una habitación, parecía de la de invitados, con colores neutros como decoración.

Guiado por la tenue luz de la luna o del alumbrado se lanzó a la cama, tal vez, eso le ayudará con el mareo.

La habitación parecía estar entre los treinta y cinco grados de temperatura, sentía que se quemaba, pero tampoco saldría.

Su amigo lo había dejado sólo y en ese estado estaba muy seguro de poder cometer alguna locura.

El lecho era tan suave como si flotace en una nube que sintió su cuerpo relajarse de una manera...

-Hola -cerró los ojos con fuerza, quien entrase y viviese dormido, seguramente lo dejaría allí a menos que fuera el dueño de la casa y lo echara a patadas, pero considerando lo que pasaba en el piso inferior las probabilidades de que saliera eran mínimas.

Sintió como el colchón se hundía desde la parte derecha a su costado, medio entre abrió sus ojos para ver quien se le acercó.

-Sabía que te había ocultado aquí - una voz, suave con un toque juguetón lo hizo abrir lo ojos de golpe.

Unos mechones ¿Negros? ¿Castaños? Le cubrían los ojos. Con la mirada desenfocada logró ver un rostro de rasgos finos.

- ¿Quién eres? -aunque la pregunta estuviera formulada en su mente, sólo salieron balbuceos, palabras poco coherentes e intendibles.

Al poco tiempo, sintió una presión en su entrepierna, y seguido por la sensación electrizante, que recorrió fácilmente su cuerpo, todo en su cabeza se hacía manchas borrosas y grandes.

A la mañana siguiente se levantó con un punzante dolor de cabeza, volviendolo aún más fatal con la luz natural pegándole de lleno en el rostro.

Le dio una rápida mirada a toda la habitación dándose cuenta de que no era la suya, ¿Dónde rayos se había metido?

Levantó las sábanas con cuidado, miro la parte inferior de su cuerpo desnudo. Un poco sonrosado se volvió a cubrir.

Con los pantalones mal colocados, la camisa al revés, sin medias y los cordones sueltos apareció frente a la casa de su amigo.

- ¿Donde te habías metido? - con una palmada en el hombro metió a su amigo dentro de la casa, dio un rápido vistazo al los alrededores, era muy poco probable que algunos de sus vecinos no se hubiera dado cuenta de las condiciones en que llegó.

De aquello ya había pasado tiempo, ahora quedaba en un recuerdo borroso, sin cabeza, ni pie; y el poco conocimiento que tenía de aquella noche le había costado unos cuantos meses.

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Chico FamosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora