Meses de Oscuridad y el Frío de una Pesadilla

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Reikiavik, 1998

El departamento era pequeño pero apto para dos personas.
Desde la única ventana que había en la sala, y que sostenía un balcón pequeño, se podía ver la avenida y algunos edificios.
Era pleno invierno y la oscuridad se mantenía eterna, así como la lluvia. Los restos de sol eran escasos y Robin, que solo tenía nueve años, no comprendía cómo era que antes no le afectaba tanto aquella oscuridad cuando siempre había vivido así.
Tal vez porque su madre iluminaba su vida y le ayudaba a olvidar las tormentas y la oscuridad invernal con historias que le hacían ver que no todo era tan malo.
Pero ya que su madre no estaba —y no iba a estar nunca—, comenzaba a ver el mundo con sus propios ojos y no con los de Eydis.

Suspiró agobiada y con ganas de llorar. Quería volver a su casa, a la que tenían en Husavik, pero Noah había decidido que irse de ahí era lo mejor para los dos. Robin crecería en medio de la ciudad y él estaría más cerca de la oficina.
Por otro lado, Vanna se había marchado. Desaparecido de la noche a la mañana. De vez en cuando su madrina partía a algún lugar desconocido y nadie sabía de ella hasta que aparecía repentinamente.

Le dejó un par de cartas con mensajes de superación y fortaleza para que las leyera cuando se sintiera sola o sobrepasada por la tristeza, y unas cajas con libros sobre arqueología que pertenecían a Eydis y que Noah había guardado porque su hija aún no tenía la edad apropiada para leerlos.
Robin le exigió a su padre por lo menos quedarse con un ejemplar pero él insistió en que aún era muy pequeña para entenderlos, y que, además, eran ediciones limitadas y costosas que en manos de una niña podían estropearse. Lo que por supuesto no ayudó a que Robin se sintiera mejor.

Crossroads • A Través del Tiempo {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora