CAPÍTULO XIX
LO QUE LOS DIOSES DESEAN
SEBASTIAN
La sala de reuniones era un cuarto amplio, decorado por estantes con libros y grandes ventanas que daban hacia el patio trasero.
En el centro, había una mesa ovalada. Todos los integrantes de Centuria se mantenían en silencio rodeando la madera pulida. Sebastian estaba de espalda a ellos mirando por la ventana con las manos en los bolsillos, mientras, Alabaster y Liana hablaban en susurros en la cabecera.
—Wong —llamó Sebastian volteándose. Mei Ling se puso de pie con el mentón alzado. Ambos se miraron fijo, desafiándose. La relación entre ella y el líder jamás había sido buena, incluso desde mucho antes de siquiera conocerse. Era de las pocas que no se doblegaban ante él, ni siquiera con Liana cerca. Y eso, a sabiendas que Liana podía causarle un daño cerebral irreparable si volteaba las visiones en su contra. Pero Sebastian también sabía que Mei Ling tenía una coartada, y era que sus visiones eran importantes. Si le ocurría algún fallo a nivel neuronal la podía dejar inútil para ganarle a Centauria. Por ello, era importante tratarla con cordialidad. Después de todo, tenía una ventaja por encima de Liana y de él mismo—. Las cartas, ¿las traes contigo? —preguntó con calma.
La muchacha extrajo del bolsillo de su chaqueta un mazo de cartas de Tarot que tenían una llamativa textura cobriza. Como si hubiesen sido forjadas con metal, pero eran de papel.
—¿Qué deseas saber? —preguntó con fría calma. Todos los ojos estaban sobre la vidente. Sebastian inhaló profundo, cansado. Aquella pesadilla seguía viva en su cabeza. Más aún, después que su mente hubiese sido invadida por Dimitri, lo que le había provocado un agudo dolor en las sienes. Guiñó los ojos con fuerza una sola vez, y, tras ellos, se proyectó cual Deja Vú, la sonrisa más hermosa que hubiera visto jamás. Su corazón se aceleró y un calor desconocido subió por su pecho. Parpadeó con rapidez, se aclaró la garganta, y, sin mirar a Mei, preguntó:
—¿Qué dicen hoy las cartas sobre el despertar de los dioses?
Su voz salió más amable de lo que hubiera querido, pero el dolor de cabeza lo estaba mareando. Se apoyó con una mano en la mesa intentando pasar inadvertido. Pero el escrutinio de Liana lo atrapó con rapidez.
Mei Ling agitó las cartas ante ella mezclándolas con la rapidez digna de un mago. El silencio reinaba en la habitación, contemplando como la vidente hacia su magia.
La mujer cerró los ojos por un momento, y al cabo de un instante los abrió de golpe. Sus cuencas se volvieron nubladas y el iris oscuro se tornó de un celeste pálido. Dejó las cartas sobre la mesa y las extendió en un abanico.
Se quedó en silencio un instante y extrajo tres.Sebastian nunca les dedicaba tiempo a sus integrantes. No sabía qué les gustaba hacer o qué posesiones personales tenían que fueran importantes para ellos, solo le interesaba que despertaran a sus dioses y ya. No obstante, siempre le llamaron la atención las cartas que ocupaba Mei, una baraja de color oxidado, como si hubiesen pintado los dibujos con pintura metálica y el tiempo las hubiera desteñido. Pero no eran las clásicas que solían usar otros tarotistas. Las de su Estrella tenían dibujos extraños, líneas rectas que se cruzaban unas con otras, círculos y medias lunas, flechas, símbolos del infinito, estrellas y ojos. Algunas parecían tener un reloj partido a la mitad y otras contenían flechas y números.
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Crossroads • A Través del Tiempo {Libro 1}
Fantasi¿Cuantas vidas atravesarías para estar con el amor de todas tus existencias? Robin y Sebastian se han enamorado a lo largo de seis vidas y en todas murieron tragicamente. En la séptima, ambientada en la actualidad, ninguno se recuerda, pero las pesa...