¿Quién Eres?

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CAPÍTULO XIX

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CAPÍTULO XIX

¿QUIÉN ERES?

ROBIN

Llegó al departamento con la intención de darse un baño caliente después de haberse calado hasta los huesos. Subió los escalones dejando una huella de agua en cada peldaño, con el frío arañando sus músculos y los labios morados.

Tenía los dedos tan fríos que ni siquiera podía encontrar las llaves dentro de su chaqueta, y la humedad de la prenda mojada hacía aún más difícil el trabajo para sacarlas del bolsillo.

Al otro lado de la puerta, Vakandi ladró entusiasta. Robin temblaba, el vapor frío que escapó de su boca era la prueba fehaciente de que estaba congelada; y aún no podía abrir la puerta.
Cuando por fin pudo entrar, el perro le saltó encima intentando lamerle las manos, Robin se agachó a abrazarlo para entrar en calor y agradeció que el departamento estuviera cálido. Vakandi hizo algunos lamentos intentando lamerle las mejillas, pero ella se lo quitó de encima con una sonrisa apretada por el frío.

—Después juego contigo, ¿sí? Necesito un baño caliente —tiritó.

Se puso de pie, se quitó la chaqueta que se había pegado a sus brazos, desenrolló la bufanda que ya no servía de nada y que parecía un trapo para limpiar el suelo, y se sacudió el pelo como lo haría su propia mascota. Esparciendo agua hacia todos lados.
Estaba haciendo aquel movimiento brusco con el cuello cuando notó, a los pies de la puerta, un pequeño sobre blanco que tenía una huella embarrada encima, tal vez de sus propios zapatos.
Se acercó y cogió el sobre. Lo miró por todos lados. No tenía remitente, pero sí tenía escrito su nombre del otro lado.
Con Vakandi saltando al rededor, Robin se vio forzada a intentar calmarlo con una mano mientras con la otra intentaba abrir el sobre. Caminó como pudo hasta la cocina para sacar de un jarro de golosinas una galleta para perros. Cuando Vakandi se calmó y se arrojó sobre el sofá a comerse su galleta, Robin, todavía temblando de frío, abrió el sobre con sus dedos helados.
Dentro había un simple papel doblado por la mitad. Lo abrió y parpadeó varias veces antes de comprender el mensaje:

«¿Quién eres?»

Frunció el ceño. Puso el papel a contra luz, intentó ver si había algo escrito del otro lado, si dentro del sobre venía otro papel.

Pero no había nada.

—¿Qué es esto? —se preguntó cansada, considerando aquello una burla.
No obstante, si no lo pensó o no alcanzó a creerlo como tal, fue únicamente porque aquella letra la conocía demasiado bien, porque era la misma caligrafía desordenada que usaba su madre en su diario de vida—. ¿Qué diablos es esto? —se volvió a preguntar.

Como cualquier persona que al no tener respuestas contempla el techo como si ahí hubiera algo que le solucionara sus dudas, resopló enojada:

—¿Es en serio? ¿Qué broma de mal gusto es esta? —sus facciones se arrugaron como si fuera a estornudar. Sacudió la cabeza habiéndose olvidado un segundo del frío que sentía. Guardó el papel dentro del sobre—. No puede ser.

Crossroads • A Través del Tiempo {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora