El Guardián de la Niebla

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CAPÍTULO XXIV

EL GUARDIÁN DE LA NIEBLA

SEBASTIAN

Eran las tres de la madrugada y aún no podía conciliar el sueño. La luz de la luna entraba con fuerza a través del resquicio que se formaba entre las cortinas. Estaba llena y brillante, como en aquel recuerdo, en aquel sueño donde se entregaba con todo lo que era a aquella mujer, Vanyara.
Se despertó sintiendo sus abdominales contraídos, como si toda la fuerza de la pasión se hubiera arraigado en sus músculos brutalmente. Tenía la piel sudada, la frente fría y el pecho húmedo. No tenía que ser genio para saber lo que estaba ocurriendo bajo las sábanas en aquel instante. Se sentó y se llevó las manos a la cara refregándose los ojos con fuerza, calmando su respiración para que la sangre fluyera hacia... otro lado.

Estaba perturbado y preocupado. Durante años tuvo un solo propósito en mente y de repente todo parecía caerse, igual que un castillo de naipes. No podía permitir que aquellas pesadillas, que aquellos recuerdos, cambiaran tan drásticamente sus planes, pero tampoco podía evitar sentir la necesidad de saber quién era esa mujer o dónde podría encontrarla. De alguna u otra manera intentaba atenerse a la idea de que, una vez que la hubiese encontrado y satisfecho su curiosidad, podría volver a la misión. Pero el miedo de que no pudiera resistirse a ella lo estaba aterrando.
Ya no sabía si quería encontrarla. Por mucho que lo deseara jamás sabría qué provocaría aquel encuentro. Y el terror de volverse loco por ella, como ya había sucedido las otras veces, le impedía pensar con claridad. ¿Qué deseaba? ¿Ganar la guerra o encontrarla primero?

Porque de un modo u otro, tampoco podría salvarla.

¿Qué ocurriría con él si ganase la guerra y ella muriera por su culpa... otra vez?

Un grito de frustración escapó de su garganta y apretó las sabanas alzándolas contra su boca para opacar el ruido.

Solo entre aquellas paredes que conformaban su habitación se libraba de la máscara de líder soberbio y dejaba que algo de su propia esencia saliera a la luz. Ya se había mostrado vulnerable ante Claire hacía algunas semanas, y aunque bien no le gustaba para nada que alguien cercano supiera de la existencia de su lado más sentimental, comenzaba a agradecer que ella estuviera al tanto de sus pesadillas y recuerdos.

Se rascó los ojos y la barba con frustración. Tenía sueño y no podía dormir, aunque en realidad temía volverse a encontrar con aquellos recuerdos y sentirlos tan vívidamente. Después de varias noches sin poder conciliar el sueño, Claire le recomendó volver a consultar con Dimitri cuando le explicó cómo sabía todo aquello de las vidas pasadas, pero odiaba admitir que le aterraba que el hombre se volviera a meter en su cabeza. Y a la vez, odiaba estar deseoso de saber un poco más. Detestaba sentir ese deseo de descubrir qué más podía ocultar su mente. Peor aún, se odiaba a sí mismo con toda su alma por desear saber si esa mujer existía también o si solo era una reminiscencia de su pasado.
Descubrió, abrumado, que las razones para no poder dormir iban más allá de cualquier concepto razonable. Sebastian no podía dormir porque su corazón y su alma simplemente no toleraban la idea de que jamás pudiera encontrar a esa mujer. Que jamás pudiera sentir la emoción y el calor que aquellos besos de sus posibles recuerdos le habían hecho sentir.

Crossroads • A Través del Tiempo {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora