Florecer

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Su respiración movía los aretes mientras comía, su cuerpo parecía segmentado, cada parte a una velocidad diferente. Era alguien curioso, tenía esa aura protectora, calmada pero algo en su mirada decía que había vivido demasiado para permitir ser retado o violentado. El humo de la sopa caliente borraba sus facciones pero al estar sentado a su lado podía distinguirlo claramente. Parecía una persona completamente diferente, con esa apacible satisfacción que le rezumaba por cada poro. Aunque su trabajo no había disminuido y por el contrario, ahora  cada vez tenían menos oportunidad de siquiera dormir, parecía mucho menos cansado. Se había revitalizado de una manera que contagiaba, le hacía pensar en el carácter explosivo de Rengoku aunque sin alcanzar por supuesto semejante nivel innato de vitalidad. Pasó su dedo por un morado que sobresalía en su cuello, evidente y descarado. Aunque Tanjirou no dejó de comer, pudo sentirlo tensarse a su tacto. 

-Cuando termines ven a mi habitación- le susurró antes de levantarse, dejando la comida a medias y al resto de los cazadores con una duda que por respeto a las jerarquías no iban a expresar. Tanjirou intentó no perder la sonrisa al sentir las miradas de sus compañeros en la mesa, todas convergiendo en esa sugilación que olvidó debía cubrir. Dejó el tazón vacío, despidiéndose y agradeciendo mientras seguía a Yuichirou por el pasillo. Tocó la puerta, pero no obtuvo más respuesta que el sonido de la ropa cayendo y lo interpretó como un " adelante" mientras veía la luna comenzar a serpentear en el suelo. El muchacho le daba la espalda, deshaciéndose del pesado uniforme, dejándole ver que su piel permanecía sin una sola marca. Era apabullantemente talentoso con la espada, parecía una extensión más de su cuerpo y era casi hipnótico verlo pelear. Había desarrollado su propia aliento al no sentirse completamente satisfecho con el que le había enseñado Giyuu. Tanjirou estaba más en el fuego y Yuichirou parecía haber tomado la sublimación, el agua contra el fuego le hicieron pensar en la niebla y ahí estaba su estilo. Enigmático y engañoso, le calzaba perfecto. Lo vio sujetarse el cabello, sentándose en el futón, girándose para mirarlo por fin mientras se terminaba de abrochar el pijama-¿Hay algo que deba saber, Kamado?-

-No estuvo bien que me pusieras en evidencia delante de todos en la mesa- reprendió, pegando su espalda a la frágil puerta corrediza, deseando abrir un poco su uniforme para dejar que el calor dejara de asfixiarle un poco. Pero entonces haría más visibles otra serie de marcas que definitivamente no quería. Suspiró, cerró los ojos, sintiendo ese menta clavado inclemente en él- no sé exactamente qué conversación estás buscando que tengamos-

-Sé que siempre digo que eres un idiota pero no pensé que lo fueras tanto- suspiró, jugueteando con su cabello, viendo las sombras de la lámpara de noche broncear el rostro del muchacho- ni tú ni yo queremos tocar el tema y al menos por mi parte tengo motivos. Muichirou es mi hermano, la única razón por la cual me uní a la asociación fue él de alguna manera, así que si se me exilia no podría importarme menos. No soy una persona tan buena, debes saberlo muy bien. No siento la pérdida de las vidas humanas que él se cobró, no puedo verlo como alguien malo. Lo voy a defender por siempre así deba usar mi espada contra alguno de ustedes. Tú no eres igual que yo, no obstante. Tu moral está demasiado comprometida con el bienestar de la humanidad y no puedo confiar en ti, por más que lo intente. Quizá si Mui no huniese matado a nadie, podría creer que lo cubres porque tu sentido de la justicia es más imparcial, pero tú y yo sabemos muy bien de lo que es capaz y no podemos tener la certeza de que no vuelva a matar a alguien. Yo estoy dispuesto a jugarme la vida por él porque es mi hermano pero tú ¿Qué motivos puedes tener? Antes de que muriera sólo estuvieron saliendo un par de semanas, ni siquiera alcanzaste a conocerlo bien-

-¿Cómo es que tú y él pueden ser tan diferentes? Incluso ahora que es un demonio, sigue siendo tan dulce como la miel y tú pareces un anciano- sonrió, haciendo círculos con la punta de su pie en el suelo- ¿Crees en la leyenda del hilo rojo? Esa que explica por qué a veces hay algo en ti tirando hacia una dirección aunque no la comprendas, que te hace buscar instintivamente algo aunque no lo puedas nombrar, aunque te atormente no saber qué es exactamente pero está ahí, sujetando una parte cardinal de tu alma y que amenaza con romperse si no corres en su dirección. Muichirou es eso, Yui. Siento un amor por toda la humanidad al pertenecer a ella, tengo un amor para Nezuko, para nuestros amigos y para ti, para todas las personas que dieron su vida para que podamos seguir, por todo lo que late en este mundo ya que lo siento conectado conmigo. Pero Muichirou es mi alma. Es un instinto doloroso, imposible de ponerlo en palabras sino puedo comprenderlo. Mi razón se acabe en él, es los límites de mi universo y siento que si me alejo, si algo rompe nuestra cercanía todo va a hundirse, todo va a hacerse un abismo y no puedo siquiera pensarlo, me nublo. No me juzgues como vano, lo que siento por Muichirou es mucho más que un par de semanas saliendo, Yui. Mi moral es alta, sí, y sería capaz de suplicar de rodillas porque su vida sea perdonada, puedo poner mi propia vida en garantía por él- caminó pausadamente hasta sentarse junto a Yuichirou- ahora que por fin encontré a Tamayo, sólo estoy esperando a que amanezca para ir a verla. Estoy segura que ella puede darnos una respuesta a si es posible volverlo humano de nuevo, nada me gustaría más-

Manzanas de plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora