𝐝𝐢𝐞𝐳

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El féretro bajaba con una lentitud tortuosa. Yo agarraba la mano de mi madre, la cual parecía empeorar por momentos. En frente estaban también Charlie y Billy—los únicos amigos de mi tío—.

No supe en que momento habían comenzado a darnos el pésame, estaba demasiado concentrada en que mi madre no se derrumbara. Las personas pasaban frente a mis ojos demasiado fugaces como para recordar sus caras. Y supuse que las lágrimas impedirían a mi madre distinguir quienes eran.

Había sido un momento bastante duro para ella y ahora se encontraba sentada en el sofá mientras yo le preparaba una taza de chocolate caliente.

—Eres fuerte mamá —hable mientras me sentaba en la mesa baja de madera para quedar cara a cara—. La persona más fuerte que conozco. Tienes que resistir esto también.

Ella solo suspiró mientras daba un largo trago a la taza.

—Yo soy extremadamente ordinaria —negó aquello que acababa de decir.

—En eso te equivocas, eres la persona más fuerte que conozco. Me lo demuestras cada día—. Le sonreí— Estoy muy orgullosa de que seas mi madre.

Por primera vez en días la vi sonreír.

—Creo que lo mejor será que vaya a la cama. Estoy tremendamente cansada.

Asentí y cuando se levantó recogí la taza y coloqué bien los cojines del sofá. Me asomé por la ventana de la cocina y vi como empezaba a lloviznar. Unos golpes en la puerta hicieron que dejara de mirar embobada el cristal recién mojado.

— ¡YA VA! —grité mientras caminaba hasta la puerta.

—Hola—. Fue lo primero que dijo tras abrir. Me hice a un lado para dejarle pasar pero aun así se quedó estático en el umbral de la puerta.

— ¿Si no te invito no puedes pasar o qué? —pregunté con una sonrisa mientras le indicaba que entrara—. Siéntate en el salón si quieres, mi madre estará grogui con las pastillas para dormir. No creo que nos interrumpa.

— ¿Es que tenías algo en mente que no pueda ser interrumpido? —Sonreí ante su intento de bromear y moví la cabeza negativamente— Cuando te sonrojas es algo adorable.

No me había dado cuenta de ello, toqué mis mejillas y efectivamente estaban ardiendo—más de mis parámetros normales—. Me senté con los pies sobre el sofá y apoyé mi cabeza en las rodillas mientras lo miraba.

— ¿Dónde nos clasificarías en estos momentos? —Esa duda había estado rondando mi cabeza desde la estadía en el prado. Jasper pareció dubitativo por un instante y luego me miró.

—No lo sé, supongo que nosotros—, nos señaló a ambos—no podemos encuadrarnos en los estándares humanos. Estoy bastante, creo que, frustrado.

— ¿Sexualmente? —Moví mis dejas de arriba abajo y una sonrisa adornó su cara.

—Puede, hay ciertos apetitos humanos que nunca había sentido tan —suspiró— intensos. La sed de sangre suele opacarlo todo. No creo que puedas llegar a entenderlo realmente.

—Explícamelo entonces.

—La falta de sangre nos vuelve ansiosos, es como un instinto muy primitivo—, tocó inconscientemente su brazo— en mi más que en los demás, debido a mi crianza. Normalmente la sed es lo que nos hace movernos, pero al beber sangre animal ese instinto se aletarga. Solemos decir que somos vegetarianos, como broma privada.

— ¿Y no te preocupa que un día todos los animalillos del bosque se vuelvan en tu contra? —Traté de disipar la tensión—. Seguro que lo han hablado.

𝖜𝖎𝖑𝖉𝖊𝖘𝖙 ━━ 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓Where stories live. Discover now