Mamá permanecía en silencio mientras introducía su tenedor en su boca.
— ¿Qué tienes pensado para hacer hoy? —me preguntó, saliendo bruscamente de su ensoñación.
—Pues Jasper me había propuesto ir a jugar con su familia.
— ¿Jasper? —inquirió con una sonrisa, la primera después de mucho tiempo.
—Hale, es el hermano de Alice. Te comenté lo amable que había sido conmigo durante la primera semana.
—Sí, lo recuerdo.
—Si quieres puedes conocerlo —comenté tratando que volviera a animarse.
— ¿Tú? ¿Vas a presentarme a un amigo tuyo? —inquirió completamente sorprendida.
—Bueno, por qué no.
—Es la primera vez que lo haces —Y tras decir eso su sonrisa volvió.
—Jasper es... especial —respondí tras intentar buscar algún adjetivo que le hiciera justicia. Pero ninguno se venía a mi mente.
O al menos, ninguno del que mi madre pudiera saber.
—Te gusta —afirmó.
Supuse que mis mejillas estarían rojas, debido al calor que comencé a sentir de repente.
No era algo que me planteara a cada momento, pero era evidente sentía una atracción inexplicable hacía él. No me atrevería a catalogarlo de amor, ya que no nos conocíamos lo suficiente para ello, pero yo quería llegar a conocerlo del todo.
—No lo sé —opte por contestarle.
—Te brillan los ojos cuando hablas de él.
Y como si eso fuera una verdad indiscutible dejó la conversación y siguió comiendo.
Tiempo después el timbre sonó, y sin comerlo ni beberlo me puse extremadamente nerviosa, olas de calma inundaron todo mi ser y sonreí de lado. Jasper hacía de las suyas sin proponérselo.
Mi madre fue quien abrió la puerta mientras yo esperaba unos pasos más atrás.
—Tú debes de ser Jasper, pasa por favor —Se hizo a un a lado mientras lo dejaba pasar.
—Encantado de conocerla señora Forge, lamento terriblemente su pérdida —dijo mientras asentía en su dirección.
Supe que mandaba tranquilidad hacía mi madre debido a que no se había echado a llorar nada más mentar la muerte de tío Waylon.
—Eres muy amable Jasper, puedes llamarme Caroline.
—Por supuesto —sonrió y me quede embobada mirándolo, la conversación seguía a mi alrededor pero yo no podía apartar la atención de su dentadura perfecta.
No poseía colmillos, como alegaban las historias sobre vampiros, tan solo unos dientes perfectamente alineados —casi como si hubiera llevado aparato—, estos brillaban de un blanco que en otra persona me hubiera resultado molesto, sin embargo era de lo más atrayente.
Pero lo mejor cuando sonreía era la curvatura que cogía su boca, el lado izquierdo de su labio superior se alzaba un poco más que el derecho, creando la sensación de una sonrisa torcida constantemente.
Sus labios, al contrario de lo que podrían ser parecían cálidos y mullidos, y me encontré pensando en cómo se sentiría besarlo.
— ¿Verdad Enya? —La voz de mi madre me hizo girar la cabeza tan rápido que me maree. Desee que la tierra me tragara cuando Jasper adoptó de nuevo su sonrisa, esta vez con aires de suficiencia.