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Capítulo 2 🌾Día uno: miedo a desaparecer

Su cuerpo flotaba inerte en un sin fin desconocido. Todo era pálido y lúgubre al mismo tiempo. Apenas se sentía respirar y su peso se volvía ingrávido, su visión se nublaba como si estuviese atrapado en una nube. Pero no lo estaba, él caía. Su voz no salía, no podía gritar y estaba desesperado. Ya nada parecía ser lo mismo cuando todo se tornó negro y se detuvo.

El espacio y tiempo tuvo un pause impactante.

De pronto, entre la locura y miedo de Jungkook, de manera inadecuada se escuchó Take Me Out de Franz Ferdinard. Tan inoportuno...

Jeon Jungkook se atrevió a abrir sus ojos y se encontró boca abajo, sintiendo su sangre llegar a la cabeza. Acabó por caer desde un abismo hasta un gran arbusto verdoso. No comprendía nada en absoluto; ¿cómo llegó a ese punto cardinal? ¿No había muerto en un accidente? ¿Estaba en el cielo? ¿O salió disparado por el automóvil hasta el techo de un edificio abandonado con jardín...? 

La última posibilidad era ridícula; no explicaba la finita y mortal caída desde lo anónimo.

—¡Llegó otro! —se escuchó a alguien avisar con un tono peculiar.

¿Otro? ¿Acaso no era el único en terminar así?

—Entonces ayúdale, gran príncipe —con ironía le ordenaron.

Jungkook tenía mucho terror, estaba temblando de pies a cabeza y ni siquiera sintió las manos extrañas levantando su cuerpo hasta ponerle en tierra firme.

—Hey... 

Miró al sujeto a su lado y casi volvió a caer: pelinegro, mediana estatura, vestido con traje de la realeza inglesa, sujetando una radio en la zurda, compasivo... 

Al mirar más alrededor se sintió como un forastero y se congeló.

—¿Dónde...?

—Hola, chico encaperuzado —le tendió la mano como saludo y Jungkook la aceptó con inquietud, quitándose la gorra de la mollera dado el comentario—. Soy Min Yoongi, el príncipe asesinado. ¿Tú eres...?

Se necesitó de unos segundos para entrar en sus cinco sentidos y espabilar.

—Jeon... Jungkook —rascó su nuca y pensó en un apodo relativo—. El nuevo.

—Espléndido. Sígueme —le pidió subiendo a una roja bicicleta y comenzando a pedalear.

Jungkook pareció conocer aquella bicicleta, pero su cabeza dolía tanto que prefirió guardarse sus palabras. Anduvo siguiendo las ruedas del príncipe pelinegro y esquivaron las plantas que obstaculizaban el camino, hasta que llegaron a un joven rubio sentado encima de un antiguo televisor cuadrado.

—¿Qué...? ¿Ahora qué es esto? —exclamó alzando la cabeza para ver a los hombres frente a él.

—Pues es el bienvenido. Caperuzo, ¿isn't it? —el acento británico de Min Yoongi era muy singular.

—Jeon Jungkook... —tartamudeó el nuevo.

—Oh, otro más. Bienvenido a los miserables, Jungkook. Soy Kim Seokjin, el viejo —le extendió la mano, esperando un saludo de vuelta.

Jungkook no se movió.

—Creo que es un poco... tímido —opinó el príncipe Yoongi.

—Cállate, idiota. Tú nunca sabes cómo tratar con los nuevos —le reprendió el rubio.

—No lo entiendo... —murmuró Jungkook, sintiendo las miradas confusas posadas en él— ¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí? ¡Yo no entiendo nada! —rompió a llorar sin control.

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora