26, FINAL

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Capítulo 26 🌾 Día del juicio

Taehyung prendió su cigarrillo y exhaló el humo fuera de su ventana, viendo cómo desaparecía con sus vahos. Estaba exhausto de calentarse la cabeza pensando en los treinta días de Jungkook y en cómo salvarlo. Eran ya pasadas las doce, y se la había pasado todo el resto de su tarde en la soledad de su cuarto, prisionero de su adquirida depresión. Quería echarse en su cama y darse por vencido al sueño, pero tenía un terrible miedo de perderse y no volver a despertar. Después de todo, los párpados le fueron inservibles durante todo el día.

Apagó uno de los tantos cigarros que Jungkook le regaló y se decidió a dormir unas cuantas horas, acompañado de aquellos pavores que embrujaban su bienestar. 

Ya estaba cansado. De todo.

No recordó haber prendido la radio antes de caer dormido, pero un rasgueo de cuerdas le despertó como si de una canción de cuna se alabara. Chachachá... Esa mañana era diferente. Sabía que nadie más que él le despertaría con tanta ternura y gracia, por ese motivo se le dibujó la primera sonrisa no forzada del día. Bostezó a gusto, sin sentir los temblores usuales en su cuerpo, y entró al baño a darse una ducha cálida, ignorando su depresión. No le importaba en lo mínimo si se decía en el informe del clima que iba a llover tan torrencial o si pescaba un resfriado, porque nada le impediría salir por las puertas de su casa a salvar a Jungkook.

Se fue a la cocina a calentar leche y marchó al patio trasero, soplando lo caliente de la taza que llevaba en sus manos. Se acomodó el abrigo y frente a la flor de primavera se agazapó. A ella le habían nacido más pétalos, y eso decoró más la risa de Taehyung, quien se quedó a admirarla sentado en el césped hasta terminar de disfrutar su leche.

Una llovizna comenzó.

Tranquilo y sin apuros entró a su casa. Sacudió uno que otro mechón castaño para que secase y su estómago rugió de hambre. 

—Están listos los panqueques —era Jungkook. Jungkook estaba ahí. Le había hecho el desayuno especialmente a él y lo invitaba a acompañarlo. El corazón de Taehyung empezó a palpitar como loco y sintió sus mejillas enrojecer. Vaya...—. Sé que tienes frío. Por eso no quiero que te enfermes, te verías aún peor que con ese yeso en tu brazo.

Ambos rieron embobados con el otro y el castaño tomó asiento frente a Jungkook. Sin embargo no duró mucho sentado, porque no pudo soportar tenerlo enfrente; se paró del asiento y desaforado corrió a abrazarle. 

—Volviste...

Jungkook asintió escondiendo su nariz entre el hueco de su cuello.

—Esperaba a que me salvaras —admitió, como si aquellas palabras no le incumbiesen demasiado a su mejor amigo, quien estaba dispuesto a todo por él en esos instantes. Jungkook no tenía claras las intenciones de Taehyung. Se separó lentamente del abrazo de Taehyung y se fue al sofá, adueñándose de una suave frazada para arropar al castaño. Este no podía creer las miles de sensaciones y sentimientos que estaba sintiendo en cuestión de segundos, provocado por el pelinegro. Ya no podía disimular más su cara colorada. Nunca le había pasado eso con alguien más, y lo apreció íntimamente—. Escucha. Yo... nunca quise presionar a tu corazón en cuanto te demostré que te quería más que un simple amigo, lo entiendo... Y lo siento...

—Hasta el día de hoy sigues lamentándote por nada —cruzó sus brazos mirándole conmovido.

—Lo sient...

Volvieron a reír.

Sin siquiera figurarlo, Taehyung observó ensimismado cómo Jungkook tomaba el plato con los panqueques amontonados a la perfección, unos arriba de otros bañados en miel. Justo como le encantaba. Tomaba el cubierto y llevaba una porción de los panqueques a la boca de Taehyung. Este estaba deseoso de hacerlo lo mismo con Jungkook, pero resultaría ilógico y utópico. Cada porción era tan dulce como las miradas que se regalaban esa mañana. No sabían porqué estaban tan agradablemente empalagosos. Quizá era la razón aquella que demandaba el tiempo que le sobraba al alma del pelinegro: poco menos de cinco días...

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora