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Capítulo 3 🌾 Día dos: prácticamente muerto

Las piernas de Taehyung se movieron lo más rápido posible, alcanzando una velocidad impresionante. Ni siquiera le importó trastabillar o perder sus gafas en el camino. Chocaba con cientos de personas, pero nada le impediría llegar a él.

Jungkook.

Lo vio desangrando en medio de la carretera en pleno paso de peatón junto a un auto destrozado y humeante, con huesos rotos y la piel casi hecha añicos. Su madre lloraba desconsolada mientras hablaba con alguien al teléfono. Los paramédicos intentaban alejarla de su hijo pero esta no se dejaba su asir. Gritaba con todas sus fuerzas que no dejaría ni por un segundo a su hijo así. 

—¡JUNGKOOK! —el alarido de Kim Taehyung fue escuchado por todos.

Se arrodilló ante él con toda la muchedumbre a su alrededor y su corazón lloró desconsolado. Negaba frenético y golpeaba con sus puños el suelo, lleno de ira. Se sintió un maldito culpable al dejarle ir de esa manera. Quería desaparecer. Sus pulmones se sintieron tortuosamente apretados y abrazó el cuerpo muerto de su mejor amigo, con su camiseta blanca decorándose con la sangre. 

—Perdóname, Kookie —le suplicó al oído y acarició con sutileza y amor los negros cabellos de su amigo—. No debí dejar que te fueras... No... No...

Taehyung había permitido que Jungkook muriera. O eso es lo que pensaba él. 

El remordimiento le consumía como veneno y abrazó con más fuerzas el cuerpo bajo él. Los médicos intentaron alejarle de Jungkook, dejando al pobre chico llorando y maldiciendo en el suelo. 

Cuando las sirenas de la ambulancia comenzaron a sonar, vio cómo la madre de Jungkook subía por la parte trasera sin separase de su hijo y volvió a entrar en exasperación.

—Señora Jeon, ¡por favor! —corrió hacia las puertas traseras antes de que estas cerrasen— ¡Déjeme ir con él! ¡Se lo suplico...!

La última mirada que le dio la madre del pelinegro se estancó de lágrimas y las puertas se cerraron de golpe frente Taehyung. Las ruedas comenzaron a avanzar y partieron a toda máquina hacia las urgencias. 

Todo eso no detendría a Taehyung, claro que no. Sin embargo, antes de que sus impacientes piernas volvieran a correr, alguien le detuvo.

—Necesitarás ir más rápido, Tae.

Volteó su cuerpo y se encontró con su novia, Yeun Tzuyu. Su motocicleta relucía a su lado al igual que los ojos de la chica.

La desesperación era difícil de combatir aunque fueras a toda prontitud.




Se retiraron presurosos del ascensor y se encaminaron como en flor de piel a la habitación del pelinegro en las urgencias. En cuanto la encontraron divisaron a una chica vestida con un disfraz de... conejo, con la respiración agitada y las lágrimas entremezcladas con su maquillaje. 

Terminaron por toparse con la enfermera, quien los contuvo de entrar sin permiso.

—Jeon Jungkook está en plena operación de urgencia, necesitan esperar... —pidió temblando la pelirroja enfermera que, nunca en su vida profesional, había visto a una víctima tan afectada.

—Señorita... Park... Roseanne —leyó con muletillas la chica disfrazada el nombre bordado en la bata blanca de la mujer—. ¡Soy su hermana! ¡Por favor...!

—Tanto usted como toda su familia debe esperar aquí —le reiteró con suavidad dirigiéndole una mirada a los asientos de aquella sala de espera, donde la madre del herido se hallaba con sus manos juntas. Por instinto los otros vieron a dónde los ojos de la pelirroja fueron a parar y suspiraron—. Les prometo que encontraremos la manera de salvarle la vida —les sonrió apenada y se acomodó la mascarilla para luego entrar en la habitación de urgencia.

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora