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Capítulo 5 🌾 Día cuatro: tú eres mi deseo

Apenas Taehyung entró a la escuela escuchó los altavoces de los pasillos retumbar con la voz del director ordenando que todo el alumnado se dirigiese a una asamblea. Los cuchicheos no faltaron luego de finalizar el mensaje, y todo ruido de pisada se encaminó al gimnasio. El hombre tras el atril se acomodó la corbata y carraspeó para llamar la atención de todos. Taehyung no entendía nada.

—Buenos días a todos —le devolvieron el saludo—. He interrumpido sus clases para convocarlos a dar una trágica noticia que se ha estado esparciendo por todo nuestro establecimiento. Me refiero a nuestro gran alumno Jeon Jungkook —ante la simple pronunciación de ese nombre, el corazón de Taehyung palpitó a mil y el mundo alrededor se le congeló—. Hace unos días atrás tuvo un accidente fatal que...

Y sus palabras continuaron. A Taehyung le parecieron puras patrañas, pues la noche anterior sintió todo más real. Estaba convencido de que Jungkook seguía con vida, y el solo escuchar que otras personas le admitan fallecido solo le alimentaba más la rabia en su interior.

Quería gritar.

—Jungkook no está muerto —salió de su boca, con el lugar en pleno silencio. Todos aquellos que le rodeaban de cerca se voltearon a mirarle con rareza. Sin embargo, el rostro de Taehyung no mostró ni un rasgo de bochorno o vergüenza. Tenía intenciones de que se enterara el mundo entero, y si debía gritarlo a los cuatro vientos, estaba seguro de que lo haría— ¡Jungkook no está muerto! —se pudo escuchar hasta la tarima donde se ubicaba el director, quien buscó la fuente de aquel grito entre la multitud con una cara desconcertada. Los alumnos iniciaron a fisgonear tras sus espaldas para descubrir a un cabreado Taehyung, indignado.

—Oh. Estimado... —no tenía la mínima idea de su nombre.

—Taehyung —le hizo saber, apartando a los demás de su paso para llegar al frente del atril—. Kim Taehyung.

—Alumno Kim —se corrigió esta vez—. Yo no he mencionado que el muchacho Jeon Jungkook estuviera muerto.

—Entonces, ¿para qué es todo este barullo? ¿Eh?

Más bisbiseos y chismorreos surgieron de todos. Algunos de los profesores e inspectores de pasillos le dirigieron una mirada de alerta y precaución al mayor al micrófono, pero este con solo un gesto les recomendó guardar la calma.

—Esta es una escuela creyente y devota. Nos ponemos en el lugar del otro y pedimos al Señor para que surjan milagros. ¿Lo entiende? Jeon Jungkook está gravemente...

—Sigue con vida, no sea ridículo.

El ruido dentro del lugar aumentó y los inspectores empezaron a aproximarse al castaño con las frentes fruncidas, pues le pareció una terrible falta de respeto.

—Llévenlo a mi oficina —ordenó el director, ya sin una gota de paciencia—, llamaré a sus padres.

Já. Intente lo que quiera; ellos no responderán.

Al salir tras las grandes puertas, el chico se soltó del agarre de los inspectores y echó a correr por los pasillos. Los dos hombres le empezaron a reclamar como si ladrasen igual a bulldogs y sus piernas corrieron como si tuvieran motores. Taehyung, a pesar de la prisa, sabía exactamente cómo perderlos de vista, y cuando lo logró con éxito casi cae de pura sorpresa al descubrir lo que había en el pasillo que terminó varando: suelos sucios, paredes estropeadas, afiches rasgados y el vidrio donde resguardaban los trofeos de la escuela hecho trizas. Al mirar el techo encontró una escritura con graffiti: No estoy muerto.

Supo de quién se trataba sin siquiera dudarlo.

Varias pisadas se oían a una distancia y Taehyung decidió por escapar de la escuela ese día, no tenía ánimos de debatir con sus mayores, ni ganas para seguir perdiendo su templanza.



Llegó sudando, pero no se detuvo ni para respirar regular. Trotó por las escaleras de su casa hasta llegar a su habitación y abrió de golpe la puerta de su baño, prendiendo la luz para encontrar con claridad una señal de su amigo en el espejo.

Nada. No había nada allí.

Salió del baño sin siquiera molestarse en apagar la luz y preguntó al aire.

—¿Jungkook?

Acechó cada rincón de sus cuatro paredes y revolvió su maraña de cabellos cafés. Comenzó a caminar en círculos con poca mansedumbre y percibió como su ventana y cortinas se abrieron, dejando la entrada libre para una ráfaga de viento que lo empuja a la cama. Algo de polvo le pegó en la jeta y tosió. Cubrió sus párpados una vez que el aire se apaciguó y tembló cuando unas manos le apartaron las suyas de la cara.

—¿Q-Qué...?

—Shh... —le acallaron, cubriendo sus ojos— Manténlos cerrados —reconoció el tono de aquella luz y se lo cortó la respiración. Boquiabierto confió y resguardó su mirada. Sintió como los dedos que se posaban encima de sus párpados se distanciaron y se encaminaron a arrullar su pálido rostro—. Escucha —le susurraron—, Taehyung —con la sola mención de su nombre, suspiró casi llegando al sofoco. Su pecho se infló y suspiró—. Creo que tú eres mi deseo.

¿Deseo?

—¿Cómo...?

—Ayúdame —imploró Jungkook. 

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora