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Capítulo 14 🌾 Día trece: somos hombres

Otro día; otra noche. Jungkook corría sin medidas hacia la habitación de su castaño amigo con zozobra. Estaba conforme con no sentir cansancio o dolor alguno al estar muerto, por lo que llegó a su destino en un santiamén sin siquiera tocar la puerta.

—Taehyung —el nombrado sobresaltó de su silla de escritorio y el libro fue cerrado al instante, prestando sus exhaustos ojos al pelinegro—. ¿Por qué haces todo esto?

—¿Disculpa...? —se aturdió.

—¿Por qué tu relación con Tzuyu no está yendo bien? Deberían estar en buenos términos. Después de todo, son pareja ¿no? Y eso es lo que hacen las parejas... Ser felices.

—Ser "felices" dices... —comenzó a abandonar su asiento.

—Sí... Y no me gustaría creer que por mi culpa estoy arruinando una parte de tu vida, ni siquiera estando en el mundo...

—Jungkook —le cortó el castaño indignado—, ¡por Dios! ¿Qué carajos dices?

—La verdad, ¿no? Es injusto saber estas malas noticias de ti...

—¿Injusto? —levantó la voz con un deje de ironía, empezando a rodear la presencia de Jungkook, frotando sus sienes— No lo puedo creer. Jungkook -se le detuvo enfrente con una mirada nunca antes reconocida por el pelinegro—. ¿Injusto? ¿Sabes lo que es injusto? Es injusto saber, justo luego de casi dos semanas, que tu mejor amigo te amó toda una vida y que ahora su vida está en peligro. ¡Que ni siquiera peleó lo suficiente para conseguir el amor que quería! —vociferó iracundo ante un amedrentado Jungkook, completamente mudo— ¡Que ni siquiera se hizo de valor para ser feliz por una vez en la vida! ¡No lo hizo! Dime, ¿¡dónde estaba ese Jungkook!? ¿Llorando por un milagro?

—Escúchame —tembló este, queriendo alejar al contrario con sus manos pero cayendo en lo imposible. Terriblemente herido.

—Escúchame tú a mí. Jungkook.

—¡Taehyung!

En cuanto ese bramar se escuchó por la habitación las ventanas retumbaron en su lugar, sus cortinas se elevaron sin orden, y una fuerte brisa amenazó a Taehyung quien comprendió al segundo que debía escuchar. Debía obedecer.

—Escúchame bien -reiteró firme el pelinegro, con duras lágrimas como cristales en sus ojos—. ¿Sabes por qué no me arriesgue a luchar por ti? ¿Sabes por cuánto tiempo mantuve esta amistad de ensueño? ¿Lo sabes? —le faltó el aire por unos instantes e inspiró sobrecogido— No lo sabes... No lo entiendes... —negaba frenéticamente con su cabeza— Mi amor no puede ser posible porque mi mejor amigo y yo usamos los mismos pantalones, los mismos calzoncillos, vamos a las mismas clases de deportes, nos aseamos en el mismo baño en la escuela, y usamos el mismo uniforme. Calzamos la misma talla de zapato, rasuramos nuestra cara, y nos pasamos de la cuenta porque somos... —en ese fúnebre momento se abandonó todo rastro de esperanza bajo ese techo con las bellas y desgraciadas lágrimas de Jungkook, descontroladas. Tanto así que Taehyung no pudo evitar su propia melancolía. Le llamó por su nombre, pero sabía que no valdría la pena ni por un segundo— Porque somos hombres, Taehyung. Somos hombres. Y a mi mejor amigo no le gustan los hombres. ¿Ya lo ves? —se acercó cara a cara, con los hálitos entremezclados y desgarradores. Jungkook suspira, queda cabizbajo y ríe acompañado de sus amarguras para decir— De todos modos iba a terminar muriendo de pena.

Taehyung entró en un descontrol descomunal y se abalanzó furioso ante el chico. Pero ningún menoscabo pudo originarse, ya que Jungkook era todavía un ente sin muchas intenciones del tacto esa noche. Taehyung terminó por traspasar su cuerpo y caer encima de una repisa de libros que le cayeron encima como desgraciadas rocas.

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora