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Capítulo 20 🌾 Día diecinueve: quererme como yo te quiero

—Hola, Yoongi.

El pelinegro dirigió su mirada a Jungkook, quien traía consigo una sonrisa lánguida y falsa. No quiso entrar en muchos detalles preguntándole, sabía que de por sí que las causas no tendrían nada de bueno y no le agradaba imaginarse a su amigo recapitulando penosos hechos. Andaba ocupado mejorando el motor de la motocicleta que apoderó el día de Halloween cuando el menor le visitó. 

—Buenas tardes, caperuzo. How are you going?

—Uhm... —rascó sus cabellos y arrugó el gesto— Yes?

—No pareces estarlo —puntuó elevando sus cejas con un deje de evidencia—, pero no me tomaré el tiempo de entrometerme en tus asuntos —volvió a limpiar la zona del motor y Jungkook se le arrodilló a su lado.

—¿No te sientes aburrido?

—¿A qué viene esa pregunta? —frunció el ceño— He estado más de dos mil años aburrido que tú —con ironía bromeó y vio a Jungkook rodar los ojos. Le observó abrazar sus piernas y suspirar profundo. Moría de las ganas de introducirse en su cabeza y atar cabos, pero se mordió la lengua y solamente se limitó a palmear su hombro antes de levantarse a sacudir su pañoleta con la que limpiaba su moto. En eso, el muchacho se puso de pie igual que él y se alejó. Se aproximó a otra motocicleta de distinto modelo al del príncipe y acarició con la punta de sus dedos el asiento bordado en cuero, con un mirar metódico— ¿Jungkook? —el chico le replicó la mirada algo absorto en sí mismo— ¿Todo en orden?

Jeon demoró en responder.

—¿Te parece ir a entretenernos un rato?

El mayor se inmutó por un segundo y al siguiente azotó la pañoleta en su muslo para luego adecuarla al borde de su pretina, revolucionando los ácaros acopiados. Estaba curioso.

—¿Y a qué se debe esos ánimos de cometer travesuras conmigo? —ladeó su sonrisa con suspicacia y cruzó sus brazos— ¿Tienes algo en mente?

—Yo solo... —acarició el vidrio reflector de la motocicleta y se encogió de hombros— quiero algo de desenfreno en mi vida.

Min Yoongi no sabía cuánta rebeldía empezaba a florecer en el inofensivo corazón de Jungkook. 

En cuanto los motores de sus motos rugieron, Kickstar My Heart de Mötley Crüe comenzó a sonar en la radio. Jungkook iba a la par del príncipe y sus pulsos se aceleraron con la adrenalina del viaje. Ambos comenzaron a gritar alaridos llenos de libertad y apuraron el motor, yendo casi al máximo.

Jungkook rebalsó en vivacidad y osado extendió sus brazos en el aire.

—¡Santa mierda! ¡Jungkook! —se perturbó el otro pelinegro, siendo sobrepasado.

Sin embargo, Jungkook hacía oídos sordos. Reía exaltado y apasionado, obsesionado con la energía que recorría todo su ser. Sacudió su cabeza como cachorro mojado y continuó bramando a la nada. Yoongi, en su lugar, no le impidió nada. Después de todo, Jeon no iba a morir. Ya lo estaba, y el miedo no existía en el vocabulario del Limbo. El temor era solo una calumnia y una historia de terror. Leyenda pisoteada por los antepasados. 

Estaban recorriendo toda la ciudad cuando se encontraron con un tráfico infernal.

—Jungkook. Será mejor que nos detengamos —recomendó con su voz rasposa. 

—¿Y qué nos detiene?

Well... El claro hecho de que los vivos solo verán a unas motocicletas sin conductor manejando a todo vapor, ¿no? —irónico blanqueó sus ojos, regulando la velocidad junto a Jungkook.

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora