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Capítulo 6 🌾 Día cinco: un bello cristal

Jungkook se había esfumado antes de poder abrir sus ojos. Eran pasadas las doce y Taehyung todavía estaba incrédulo y despierto. No podía conciliar el sueño como quería, y en vez de ello se repetía las últimas palabras de su mejor amigo una vez tras otra.

"Creo que tú eres mi deseo". "Ayúdame".

Lo sabía; sabía que Jungkook no había desaparecido del todo de esta Tierra. En algún rincón del mundo trascendental, estaba confiado de que perdido se encontraba por allí, pidiendo ayuda. Jungkook seguía aquí, pero ¿era posible traerlo de vuelta? ¿Invocarlo? 

Hundió la cara en su almohada y escuchó las pisadas de sus padres desde el primer piso. Habían arribado.

No tenía ganas de contarles de su día y como, de seguro, le expulsaron de la escuela por rebelarse. Solo les saludó y avisó de su ida, saliendo por la puerta acomodando su chaqueta. Sus padres eran personas muy ocupadas: su padre se experimentaba como contador en diferentes empresas y su madre como oficinista a tiempo completo. No aprovechaban mucho el tiempo juntos como familia, ya que el día en que Taehyung se amistó con Jungkook le prestaron menos atención y se centraron en otros asuntos que no involucraban a su hijo. Sin embargo, ¿era ese motivo suficiente para apartarse de su hijo?

Taehyung llegó al hospital, se apuró en caminar hasta la habitación de su mejor amigo y la encontró sin ninguna visita. Estaban solo Jungkook y él. Seguía en su insoportable coma y su rostro había cambiado de cierta forma, se veía más melancólico. 

Se alejó de la cama y recorrió la habitación en círculos, intentando encontrar algo palpable en el techo. Algún indicio de él...

—¿Estás aquí?

Esperaba escuchar una respuesta, un susurro, un hálito de su presencia. Quería sentir su compañía y lo anhelaba más que a nada. No resistía su propia soledad.



Jungkook no merodeaba por el hospital, estaba en la Zahúrda. Estaba en busca del príncipe Yoongi, quien no fue complicado de hallar al reconocer su radio con No One Like You de Scorpions no muy lejos de él. Le agradaba el hecho de no sentir ningún tipo de molestia en sus oídos con la música alta, el no sentir ninguna pizca de dolor, frío, calor o cansancio. Se podía acostumbrar a ello, estaba seguro.

—Hey, ¡Yoongi!

Este volteó su cuerpo y le dio una grande sonrisa que lució adorable.

—Hey, ¡caperuzo! —le saludó y Jungkook rodó los ojos— ¿Qué has estado haciendo?

—Bueno, no mucho. La verdad... —se rascó la nuca y se le acercó— ¿Qué haces?

—Practico trucos con la bicicleta. Asombros, isn't it?

—Ah... Yes.

Yoongi dejó los intentos de piruetas un momento y acompañó al pelinegro, quien no tenía ni una pinta de júbilo. Más bien, Yoongi aseguró sentirle una nube lloviendo sobre su mollera.

—No te ves nada bien. ¿Todo en orden? —abandonó su bicicleta para sentarse en un escalón de la Zahúrda, tirando de Jungkook para que se sentara sin previo aviso— Puedes contarme lo que sea, amigo.

—Es muy complicado...

—No hay nada más complicado que este mundo, Jungkook. Estamos en el Limbo.

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora